LA SENDA DE LOS ELEFANTES

“Desde el día en que mi padre mató a la pareja del gran elefante macho, el mal quedó flotando en la Senda de los Elefantes. Nuestra casa bloquea la amplia senda que usaron los elefantes hace siglos para atravesar la selva y llegar al río. Aún hoy intentan seguir utilizándola. Guiados por el gran macho vengativo son una amenaza constante. Al igual que mi padre, yo los he desafiado ¿Cómo pude olvidar totalmente este peligro siempre presente cuando fui a Inglaterra a ver a Ruth? Llovía torrencialmente y estaba a punto de cerrar su tienda en Shillingworth-on-Thames.”
                                      Diario de “La Senda de los Elefantes”. John Wiley lee con voz en off.


Cuando vi por primera vez “Elephant Walk” (“La senda de los elefantes”), de William Dieterle (Paramount Pictures, 1954) ya sentí una debilidad especial por ella. La visioné a unos 11 años de su producción, en mi infancia. Tiempo donde se iba al cine a buscar emociones y a divertirse sin la perspectiva analística que, para todos los buenos aficionados, vendría después al hacernos mayores. Pero lo recuerdo, me caló profundamente y no solo por ser una película de aventuras exóticas sino por otros factores remitentes en mi memoria cuando años después, tras otra visión, la analicé con muchas ganas y ratifiqué mi aprecio por el film en cuestión.
El hándicap para el estudioso de una obra es no tener acceso, al menos al momento,  a algún  elemento importante del estudio. En el caso de “La senda de los elefantes” (y alguna otra) es la base literaria ya que la novela de Robert Standish en la cual se basa mucho me temo que nunca se publicó en España y si lo hizo fue hace años (quizás a partir del estreno del film) en algún editorial desaparecido y la obra está descatalogada (he consultado internet, bibliotecas, etc. y no hay forma, solo aparece el original inglés y, a lo sumo, alguna traducción francesa) pero me inclino a creer que jamás se editó aquí (podría haber alguna traducción en castellano para algún país de centro o Sudamérica, México es siempre el más probable).
Digby George Gerahty (1898-1981), conocido también por sus pseudónimos de Robert Standish y Stephen Lister fue un especialista muy popular del cuento corto en Inglaterra (años 1940-50) y colaborador del Saturday Evening Post. Entre sus novelas está “Elephant Walk” (1949).
No se, pues, las diferencias (lógicas) novela- película pero la traslación novela- guión cinematográfico ha de ser acertada vistas las ideas (además de la puesta en escena de William Dieterle, lo más importante). John Lee Mahin (1902- 1984) era un guionista de larga trayectoria, de sólida y bien desarrollada inventiva, elástico y con proliferación de buenas ideas, ecléctico y creativo a la vez, sin dificultad en pasar de un género a otro de los que tocó: aventuras, comedia, western y policíaco. Le debemos guiones de films de renombre: “La isla del tesoro” (versión Victor Fleming, 1934), “El extraño caso del Dr. Jekyll” (1941), “Capitanes intrépidos” (1937)--- según el relato de Rudyard Kipling ---, las dos también de Victor Fleming, “Misión de Audaces” (1959), “Mogambo” (1953), ambas de John Ford, “Camino de la jungla” (1962), de Robert Mulligan, “El demonio del mar” (1949), de Henry Hathaway, “Quo Vadis?” (1951) o “Senda prohibida” (1942), ambas de Mervyn Le Roy. En films como “Alaska, tierra de oro” (Henry Hathaway, 1960) fue coguionista al igual que en “Scarface, el terror del hampa” (Howard Hawks, 1932) ---una de las más famosas cintas de cine negro --- donde compartía auditoría de guión con Seton I. Miller y William R. Burnett a partir de un argumento de su amigo Ben Hecht (le ayudó a entrar en el mundo del cine) sobre la novela de Armitage Trail.
I)- WILLIAM DIETERLE- “La idea de un film siempre es más importante que su anécdota”(William Dieterle). Wilhelm Dieterle (1893- 1972), el menos estudiado de los realizadores alemanes establecidos en Hollywood, huyó --- como muchos --- del nazismo establecido en el poder. En su patria conoció y trabajó en el teatro con Max Reinhardt, además de conocer a Friedrich Wilhelm Murnau y Edgar G. Ulmer. Consiguió su reputación como actor teatral y después en el cine mudo. Emigrado a Estados Unidos, con el britanizado nombre de William, dio alguna interpretación en el cine como la del capitán Achab en “Dämon  des Meeres” (“La fiera del mar”), versión alemana, de Michael Curtiz (producida por Warner Bros, 1930), --- libérrima adaptación de la novela de Herman Melville, “Moby Dick” (@) --- donde Curtiz (ya tenía reputación como director de cine aunque realizara más tarde los títulos más emblemáticos de su carrera: “ Robin de los bosques”, “El capitán Blood”, “Los crímenes del museo”, versión 1932, “Casablanca”, “El halcón del mar”, “La carga e la brigada ligera”, “Veinte mil años en Sing Sing” y un larguísimo etc.) le dejó dirigir algunas tomas a sabiendas de profesionalizarse como realizador cinematográfico. Ya como director su cine entusiasmó al público y, generalmente, a la crítica gracias a su magnífica caligrafía narrativa con buen pulso cinematográfico y elegancia fílmica. Títulos como “Esmeralda la zíngara” (la mejor versión, pese al “final feliz” de la novela de Victor Hugo, 1939) “El hombre que vendió su alma” (1941), “Cartas a mi amada” (1944), “Jeannie” (1947) o la onírica “Sueño de una noche de verano”( 1934-35), codirigida por quien fuera su maestro Max Reinhardt (según la obra de William Shakespeare y la música sobre ella realizada por Felix Mendelssohn dos siglos después que interpretan los personajes fantásticos protagonistas del film). Otro factor de su merecido prestigio entre aficionados y parte de la crítica (ya que otros le consideran un mero “artesano” los cuales al colocar el adjetivo “honesto” tranquilizan su conciencia) fue su interés por las biografías de personajes famosos: “La tragedia de Louis Pasteur” (1935), “The life of Emile Zola” (1937), “Juarez” (1938), las tres excelentemente protagonizadas por Paul Muni o “Magic Fire” (1954), un biopic sobre Richard Wagner cuya música era admirada por el realizador (y lo es por quien suscribe estas líneas) aunque sea una película fallida (según dicen), una obra que sobrepasaba al productor Herbert J. Yates, especializado en films de bajo presupuesto pero que se entusiasmó por con el proyecto) y maldita (no se encuentra en ningún sitio, además fue manipulada y cortada por algún responsable de producción). Dieterle se dio a conocer como realizador en los años 30 demostrando poseer un verdadero talento para el cine, se consagró totalmente en los 40 y filmó alguna película interesante en los 50 (“Ciudad en sombras”, cine negro de pequeño presupuesto con Charlton Heston o “La senda de los elefantes”) y regresó a su Alemania natal para poner punto final a su carrera.

II)-  LA SENDA DE LOS ELEFANTES- Forma parte del grupo de films que dedicó Paramount a las aventuras exóticas a finales de los cuarenta para aumentar en presupuesto en los 50. La exposición del planteamiento narrativo puede hacernos pensar en otro film Paramount realizado el mismo año (1954), quizás unos meses antes:”Cuando ruge la marabunta”, de Byron Haskin (lugar remoto: selva amazónica para “Cuando…”, Ceilán para “La senda…”, matrimonio a punto de romperse y entorno y selvático y hostil --- en ambas --- para las recién llegadas esposas) pero el guionista John Lee Mahin y el realizador Dieterle toman para si el esqueleto argumental de la primera película americana de Alfred Hichcock, “Rebecca” (1940):- matrimonio entre un hombre muy rico, dueño de una gran mansión y una joven de clase trabajadora- el hombre dominado por la figura y personalidad de un difunto (la 1ª esposa en “Rebecca”, el padre en el caso de “La senda de los elefantes”) --- una ama de llaves (“Rebecca”) o el impenetrable Appuhamy, encargado del bungalow y antiguo asistente de Tom Wiley, padre de John; ambas personas de confianza del anterior dueño rinden culto a la persona difunta y mostrarán cierta hostilidad ante la esposa recién llegada aunque Appuhamy (impresionante Abraham Sofaer, también como asistente en “Cuando ruge la marabunta”) en su enigmática ambigüedad cambiará al final de parecer y llegará a apreciar a Ruth Wiley y en su muerte (interponiéndose al paso de los elefantes) hay un intento de proteger a la persona antes detestada -una habitación cerrada y misteriosa (perteneciente al/la fallecido/a) donde solo la ama de llaves/el asistente entra de vez en cuando para limpiar-
Es muy interesante la densidad dada por Dieterle a la historia, su estilo narrativo- fílmico hace interesante un relato que podría devenir vulgar o derivar hacia una película rosa (o peor, hacia un símil de fotonovela), fundiendo los sentimientos de los personajes con los paisajes, las aventuras,  motivaciones, causas y consecuencias. El relato está vivido  principalmente por Ruth con la participación de los demás personajes pero es  muy eficaz y bastante curiosa la obertura del film: 1)- imagen del viejo macho barritando y llamando a sus congéneres al ataque (instantánea que se repetirá dos veces más en el film); 2) el genérico bien presentado en un elegante fondo rojo abierto  con la romántica música del excelente Franz Waxman al igual que la sugestiva fotografía de Loyal Griggs en Technicolor; 3) El “Diario de la senda de lo elefantes” (vemos en sus primeras páginas letra y firma de Tom Wiley, el padre de John) se abre por mano de John y oímos su voz en off con las palabras citadas al principio de este escrito; de haber continuado la narración a cargo de John Wiley en lugar de su esposa hubiera sido una historia sobre dos personas que se aman y casan pero luego el matrimonio entra en crisis y amenaza ruina ( planteamiento repetido muchas veces en cine) para después encontrarnos con una feliz reconciliación pero es Ruth (protagonista y personaje sufriente) quien conducirá el hilo narrativo para enseñarnos que el sacrificio y `penalidades al vivir la aventura (a veces la pesadilla) ha valido la pena ya que John y Ruth siempre se han amado y los sucesos han servido para reafirmar este amor por siempre; 4) la entrada de John en la tienda de libros usados de Ruth, librándola con una indirecta de una cliente chismosa, luego al cerrar el establecimiento se abrazan (de esta forma sabemos que están a punto de casarse después de un rápido noviazgo); ya en su casa y tras una breve charla con su madre, quien le repite si está segura de su decisión y ella responde afirmativamente, el dedo de Ruth se desliza en un mapa -Londres- Roma- Beirut- Karachi- Bombay- Colombo, su destino, capital de Ceilán, llamado  Sri Lanka a partir de 1972- para fundir con un avión que aterriza en el aeropuerto de Colombo.
En breves minutos Dieterle nos introduce en la historia, sin subrayados inútiles, con ingenio y economía de tiempo. El interés está asegurado.

La pareja protagonista debía ser interpretada por el matrimonio en la vida real (a punto de deshacerse) formado por Laurence Oliver y Vivian Leigh. El gran shakesperiano estaba ocupado en otros trabajos y recomendó a un actor de su compañía teatral, Peter Finch, para interpretar a John Wiley mientras se filmaban algunos planos con Vivian Leigh que abandonó el rodaje a causa de sus fuertes depresiones (se la puede distinguir en algunos planos largos que se aprovecharon) siendo substituida por Elizabeth Taylor (quien sufrió un accidente en el rodaje), completando Dana Andrews (como Nick Carver, el ayudante de John quien se siente atraído por Ruth) y el ya citado Abraham Sofaer como Appuhamy. Los cuatro me parecen excelentemente ajustados y bien conducidos en sus respectivos roles.
La base temática es la rotura  en forma violenta con su entorno habitual de un personaje (como en otros films de aventuras): la dependienta de una librería londinense se enamorará de un rico plantador de té y en solo 15 días cambiará los libros usados por el ambiente, paisajes y costumbres de Sri Lanka. Ello comporta un problema que va más allá de la adaptación donde una gran parte del todo lo físico se mostrará adverso hacia su persona en situaciones inesperadas.      Aquí en contra tiene: --- el marido dominado por la memoria de su padre --- Appuhamy, el sirviente de confianza de Tom Wiley,  a la vez respetuoso pero también ambiguo y distante, al menos al principio, con la recién llegada --- un romance amoroso con el ayudante de su marido, Dick Carver, cuando el matrimonio se está deteriorando --- una epidemia de cólera --- la amenaza de una manada de elefantes que insiste en recuperar el antiguo sendero que conduce al río, amenazando el lujoso y amurallado bungalow  (siempre hay bateadores con antorchas para asustar a los proboscídeos) construido por Tom (llamado por todos como “El Gobernador”), el padre de John (“Le gustó el sitio y él imponía siempre su voluntad”) --- la tumba en el jardín donde yace su suegro simboliza también un temor para Ruth --- los amigotes de su marido que celebran una fiesta cada sábado en memoria de “El Gobernador”, donde juegan al polo en bicicleta en el amplio salón y acaban todos borrachos, John inclusive; no son amenaza en si pero molestos y totalmente contrarios a la forma de ser de Ruth--- los hijos de los criados huyen ante la recién llegada, lo cual la deprime, cuando ella quiere ser amable con todos (“Temen todo lo que no comprenden”, aclarará Appuhamy) --- Ruth pregunta donde está enterrada la madre de su marido: “En Inglaterra, esto no le gustaba, no se sentía bien”, contesta Appuhamy; la historia de su suegra parece repetirse en ella mientras su marido se convierte casi el clon de Tom Wiley, su padre ---

Después de la obertura, al aterrizar en Colombo, vienen dos escenas complementarias y significativas: 1)- se detienen a almorzar al aire libre, Ruth queda maravillada por la comida y por los exóticos paisajes mientras unos monos dan la nota de humor al observarlos y 2)- de nuevo en marcha, cerca del bungalow donde vivirá la pareja, aparece un enorme elefante que bloquea la carretera y el antiguo y hermoso Rolls Royce (había pertenecido al Gobernador) se ve obligado a parar (“Otra vez ese viejo macho”, murmura John), habiendo un cruce de miradas de odio entre hombre y animal (es el conductor de la manada cuya hembra fue muerta por Tom Wiley, “Los elefantes no olvidan” dirá John en otra ocasión); John pide un revólver al conductor y dispara dos veces al aire para asustarle (el elefante se retira lentamente  y vuelve a introducirse en la selva aunque deja en el aire que volverá) --- “Debió hacerse antes, pero se necesita  un costoso y especial permiso del gobierno para matar a alguna de sus preciosas criaturas”, aclara John---
Instalada ya en el palacio de “La Senda de los Elefantes”, en la fiesta nocturna, le son presentados los amigos de su marido, todos solteros, los cuales se quedan a dormir. Dieterle sostiene el plano general en el grupo (todos tienen los mismos hábitos y forma de pensar), llega el invitado que faltaba, Dick Carver quien queda maravillado al ver a Ruth, sintiéndose atraído por ella al momento. El realizador señala su persona como “ajena” al grupo con un plano medio Dick- Ruth al saludarse. Mientras los otros juegan al billar Dick interpreta a Chopin al piano. Ruth ve confirmados sus pensamientos: su suegro era un hombre de gran personalidad en lo posesivo y autoritario pero también generoso con sus amigos. “Esa tumba es una gran prueba de vanidad”, dice Dick lo cual demuestra que no compartía los pensamientos del “Gobernador” y eso le hace interesante a los ojos de Ruth quien comprueba que su marido es muy diferente ahora (en su plantación, en su casa) del que conoció en Londres. Dick --- que está a punto de abandonar su trabajo actual --- le habla del “Gobernador” pero señala: “Fue el más grande plantador de té, aquí y en todo el mundo”.  Más adelante pasearán Dick y Ruth  por el palacio perteneciente a los antiguos reyes de Ceilán. Él está a punto de besarla pero no lo hace, es la esposa de su jefe y amigo aunque el matrimonio esté bastante deteriorado (ella expulsará de la mansión a los amigos de su marido quien se enfurece). Dieterle ofrece los paisajes selváticos como un elemento más, no se recrea en hacer “turismo cinematográfico” (como en “Las minas del rey Salomón” donde cada dos por tres se nos muestran planos de paisajes y animales en libertad) sino que lo funde perfectamente dentro de la historia con la balanza de ser hermoso y hostil a la vez (hay una excepción: se detiene demasiado en la fiesta de los indígenas en la memoria de Tom, “la pascua lúgubre”, como dicen, podría ser una imposición de los productores ya que no era este el estilo de Dieterle).

John se rompe una pierna jugando con sus amigos. Ahora la ruptura matrimonial parece aplazarse: Ruth le cuida amorosa y maternalmente pero la convicción de que Tom Wiley sigue gobernando la casa desde la tumba anida aún en el corazón y mente de Ruth (en la despensa se almacena vino de Madeira que no toma ni John ni nadie pero lo bebía el antiguo dueño además de los cigarros puros que fumaba Tom pero no John). Ahora todo acontece rápidamente: aparece una epidemia de cólera, los criados al repartirse en distintos puntos abandonan la mansión, se repita la imagen del viejo macho barritando como si ordenara el ataque, la epidemia casi controlada, John se da cuenta de la inminente catástrofe y corre con un jeep hacia el bungalow para salvar a Ruth. Los numerosos elefantes derriban la muralla y entran en la mansión arrollándolo todo a su paso, acaban con la vida de Appuhamy, derriban unos bidones de gasolina y al caer una lámpara encima se incendia todo. Ruth, aterrorizada se ve rodeada de elefantes en el salón, solo le queda correr hacia la escalera y subir a la plata de arriba. Llega John y, circulando en medio de los animales escala hasta llegar al piso superior y abrazarse con Ruth. Dispara a la puerta del cuarto misterioso y entran en él cuando las paredes empiezan a derrumbarse, allí y por el balcón descenderán al jardín no sin dar un vistazo al cuadro del Gobernador que está ardiendo y se cae. La pareja huye al bosque mientras contemplan la mansión ardiendo  y el paso de los últimos elefantes que han recuperado su sendero. Llega Dick con el Dr. Pereira (Abner Biberman) y observa a John y Ruth abrazándose (“Solo habrá sido un retraso en mi viaje”, exclama). Ahora llueve torrencialmente. El film se abría con una fuerte lluvia londinense y se cierra con otra en Ceilán. La pareja se abraza con más fuerza, John habla de la reconstrucción de una nueva casa en otro lugar, sin peligro, sin tumba, sin la obsesión por su padre, ahora le parece bien que los elefantes hayan recuperado su sendero, vuelve a ser el John que conoció en Londres pero lo más importante es que han salvado sus vidas y su matrimonio……

Narcís Ribot i Trafí

The Sea Best” (1926) es la versión muda de “Moby Dick”, el gran cachalote blanco, dirigida por Millard Webb y protagonizada por John Barrymore como capitán Achab.
Moby Dick” (“La fiera del mar”, 1930), de Lloyd Bacon, donde John Barrymore repite su personaje de Achab compartiendo protagonismo con Joan Bennet. Aún por descubrir el doblaje, se repetían películas con diversos lenguajes (en ocasiones al ser de diferente realizador las películas tenían evidentes diferencias). El film dirigido por Michael Curtiz y protagonizado por William Dieterle como Achab es una de ellas.

“Moby Dick” (“Moby Dick”, 1956), de John Huston, Gregory Peck encarna al obsesivo capitán. En los últimos años se han realizado dos o tres adaptaciones más de la novela de Herman Melville

 


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