LOS APUROS DE UN PEQUEÑO TREN (1953)

LOS APUROS DE UN PEQUEÑO TREN” (CHARLES CRICHTON, 1953)
-Samuel Weech, pastor de la Iglesia Anglicana: “¿Qué porcentaje de recorrido de pistón necesita una locomotora para iniciar su marcha?”
-Dan Taylor, obrero del ferrocarril jubilado (41 años de servicio): “¿Qué es un sansom?”
-Weech: “¿Qué falta hacen estas palabras técnicas para conducir una locomotora?”
-Taylor:” ¿Qué es un tubo en agua?”
-Weech: “¿Qué es una estopa?”
-Taylor: “¿Qué hace si se pica un bronce?”
-Weech: “¿Quiere contestar a mis preguntas?”
-Taylor: “¿Quiere usted contestar a las mías? ¡Y quíteme las patas de encima!”
-Dueño del bar: “¡Señores, señores, por favor, compórtense como caballeros!”

Hoy tratamos una película de las llamadas “de risa”, “para toda la familia”, así, lisa y llanamente: “The Tifield Thunderbolt(titulada en España “Los apuros de un pequeño tren”), dirigida por Charles Chrichton en 1953. Un film limpio, para “todos los públicos”, producido por los  Estudios Ealing, compañía cinematográfica británica que alcanzó una merecida fama en su especialización del género humorístico (lanzaron toda clase de films al mercado, el cómico es solo una parte de su producción pero el éxito les vino de ahí).
En el oeste de Londres, año 1929, el productor y realizador teatral Basil Dean (1888- 1978), fundador de A. R. P. (Associated Radio Pictures) decidió combinar y finalmente cambiar el teatro por el cine (en aquel entonces a punto de nacer el sonoro) y para ello compró las instalaciones de Ealing Green.
Cuando Dean adquirió los terrenos e instalaciones de aquella gran finca fundó A. T. P. (Associated Talking Pictures)  y empezó a rodar films (a partir de 1931) dando paso a populares comediantes como George Formby y Grace Fields. Las primeras cintas A. T. P. eran firmes adaptaciones teatrales (demasiado dependientes del mundo de las tablas) de recargados decorados y casi exentos de paisajes. La contraposición taquillera fue muy ajustada, apenas si se cubrían gastos, nunca se obtuvo un éxito comercial para despegar,  hasta llegar a perder dinero y será tras una fuerte crisis económica en 1938 cuando traspasará el negocio a Michael Balcon --- iniciará una nueva etapa que durará hasta 1956 --- cuando A. T. P. se convierta en “Ealing Studios” ya con un nuevo enfoque. Basil Dean fue guionista y realizador aparte de productor. Sobre los quince films dirigidos por él quizás sea “21 Days” (“21 días juntos”), el más memorable. Realizada en 1937 pero estrenada en 1940 fue producida por Alexander Korda (London Films Productions) cuyo argumento era un relato de John Galsworthy y guión del mismo Dean y del escritor Graham Greene con un espléndido reparto que comprendía a Laurence Oliver, Vivien Leigh, Leslie Banks y Robert Newton. Precisamente es en el tiempo A. T. P., en la empresa de Dean, cuando se da a conocer el realizador Carol Reed (1906- 1976; “Trapecio”, 1956, “El tercer hombre”, 1949, “El tormento y el éxtasis”, 1965), además de entrar en contacto con otros notables directores como Charles Crichton (pieza importante en los futuros estudios Ealing, etapa Michael Balcon) o David Lean (1908- 1991): “El puente sobre el río Kwai”, 1957, “Lawrence de Arabia”, 1962, “Dr. Zhivago”, 1965).
Antes de Basil Dean, el pionero cinematográfico Will Baker adquirió cuatro acres de terreno en las afueras de Londres en 1902. Era la zona llamada Ealing Green. Delante había dos inmuebles abandonados, en su tiempo habían sido invernaderos y granjas de cultivo, conservando el aspecto rural. La intención de Baker era rodar cortometrajes de aquella incipiente industria llamada cinematografía. Realizó algunos arreglos y durante años logró su propósito para luego traspasar el negocio a Basil Dean en 1929. De los Will Baker Studios se pasó a A. T. P. y luego a los Ealing Studios en el capítulo de Michael Balcon (1938- 1957), quien produjo casi un centenar de films.

I)- SIR MICHAEL BALCON ELIAS (1896- 1977) Y SU EQUIPO
Mis años en los Estudios Ealing fueron los más gratificantes de mi carrera personal, y tal vez uno de los periodos más fructíferos en la historia de la producción cinematográfica británica”.   (Michael Balcon)
Fue una de las figuras clave de la cinematografía británica. Había nacido en Birmingham, procedía de una familia de inmigrantes de Europa del Este. Después de ganar una beca, acabar sus estudios y trabajar como aprendiz de joyero fue rechazado para el servicio en la I Guerra Mundial (visión defectuosa). Al finalizar la contienda, su amigo, el realizador Victor Saville, le convenció para crear una empresa de distribución de películas y al cabo de dos años ya producían largometrajes. En 1924 Michael Balcon visitó los estudios UFA en Alemania y se constituyó en inteligente y eficaz productor en Gainsborough Pictures y en Gaumont- British --- además de las producciones de M.G.M. en su rama británica en el campo de la distribución ---  donde, en ambas compañías, había conocido y trabajado con Alfred Hitchcock en “39 escalones” (1935), “Agente secreto” (1936) y “Sabotaje” (1936). Cuando en 1938 Michael Balcon se hace cargo de A.T.P. le da un nuevo carisma y personalidad, ahora ya son producciones Ealing aunque manteniendo a Reginald P. Barker como director financiero. Los apuros económicos a mitad de los 50 hizo que vendiera los estudios a la BBC con Sir George Barnes, amigo de Balcon y director televisivo, como responsable de la nueva etapa (a partir de 1957) mientras nuestro hombre regresaba bajo contrato a los estudios de M.G.M. donde intentó siempre imprimir y mantener el estilo de Ealing en las nuevas producciones.
Un artículo publicado en “Cine Universitario” (Film,  octubre 1953), “El cine inglés, una política diferente” resumía las características de los Ealing Studios bajo la dirección de Michael Balcon: -- Producción económica pero no de baja calidad estética – Originalidad en el planteo de temas conocidos y/o cotidianos – Carácter nacional en sus conflictos, personajes y escenarios – Obra de un equipo estable de gran cohesión interna y a la vez con libertad de expresión individual y gran disposición para trabajar en grupo, potenciando así la contraposición al “cine oficial” (se podría aplicar también en la actualidad) solamente de interés técnicamente perfeccionista pero sin cuestionar las aristas, la parte negativa de la sociedad, las diferencias y las injusticias o sea “lo políticamente correcto”, como diríamos hoy en día –
A finales de los 40 Balcon firmó un acuerdo con Rank Organisation con el cual los estudios comandados por Arthur Rank avalaban la mitad del presupuesto de los trabajos Ealing en cada film. Positivo por un lado pero con imposiciones y exigencias por otro.
Es conocida la mutua antipatía profesada por la empresa de Balcon y su gobierno (el británico, naturalmente), en sus películas lanzará dardos envenenados. Así, el espectador, en algunas ocasiones, podrá adivinar dónde van estas críticas literal y superficialmente dirigidas hacia una oposición humana, natural o de mala suerte concretadas en un enemigo abstracto que en realidad se hace concreto.
En tiempo de la II Guerra Mundial sus películas eran de claro carácter documental y un estilo en relación con este, semi-documental, donde la cotidianidad y la fantasía mixturan hábilmente (no es ajeno a ello los acertados y deliberadamente punzantes guiones de T. E. B. Clarke) destilando una aguda crítica contra los poderosos que cometen injusticias (profundizando en la hermenéutica cinematográfica podríamos decir quién es “el enemigo” a ridiculizar). Lugar: Inglaterra. Tiempo: la época del rodaje de las películas, generalmente a principios de los 50 donde la comedia eclosionó con toda frescura y vitalidad con situaciones ingenuas, pero que funcionaban, de forma inteligente, en el difícil engranaje del humor (en contra de lo generalmente pensado es muy complejo, a veces puede conseguirse despertar la hilaridad del público a causa de lo malo del producto mostrado pero no es este el caso y nada más alejado de las comedias de Ealing) y la Ealing Studios de Sir Balcon consiguió sus más elevadas cotas. Michael Balcon se rodeó de un equipo casi fijo y consiguió en la compañía un ambiente familiar muy positivo que se reflejó prácticamente en la totalidad de sus obras (no cobrábamos mucho pero había buen ambiente y seguridad en el trabajo”, manifestó un técnico de los estudios). Algunos de los realizadores, además de colaboradores de Balcon (se reunían con frecuencia para discutir nuevos proyectos):

Basil Dearden (1911- 1976) empezó como recadero y entró en el teatro. Fue manager hasta ingresar al principio de la etapa Balcon en los Ealing Studios (aunque entrara de la mano de Basil Dean junto con Alberto Cavalcanti en 1937). Técnicamente competente, empezó a rodar en forma sino brillante, si eficaz en 1934 y se especializó en melodramas (menos en temas de acción) mostrándose ágil y seguro detrás de la cámara. Dentro de Ealing se asoció con el director artístico Michael Relph (1914- 2004), también actuante en el teatro y productor después de la muerte de Dearden. Probablemente lo más recordado de él dentro de Ealing  sea “Matrimonio de estado”, sobre las intrigas de las monarquías del siglo XVIII, sus matrimonios convenidos por interés y obtención de poder (1948) y “El faro azul” (1950). No entró de lleno en las comedias destacables, si en otros géneros. Dearden falleció de accidente de tráfico. Charles Chrichton (1910- 1994) es otro valor importante y un realizador indispensable para Ealing. De joven estudia historia en Oxford hasta que conoce a Zoltan Korda, trabaja de ayudante de montador y después de montador en London Film (cfr. “Vida futura”, 1935 o “El ladrón de Bagdad”, 1939). Su puesta en escena es clara, directa y suscita y el “tempo” es comedido y armonioso, además de improvisar gags cómicos ya durante la puesta en escena (“Chrichton dice exactamente lo que quiere decir, sin miedo a caer en repeticiones y ambigüedades”, señaló Balcon). Codirigió el muy interesante film fantástico de Ealing “Dead of the Night” (“Al morir la noche”, 1946), presentado en forma de skechts (Cavalcanti a dos capítulos, Dearden, Chrichton y Robert Hamer), donde Chrichton filmaba su episodio según narración de H. G. Wells (años después esta cinta inspirará la colección de siete películas de sketchs producidas por la compañía británica Amicus). Entró en el círculo de las comedias promocionadas por Balcon con “Hue and Cry” (1947), siendo el realizador más prolífero y destacando también su compenetración con el guionista T. E. B. Clarke. Cuando marchó Balcon de Ealing, Chrichton se refugió en la televisión realizando algún episodio de “Los vengadores” y “Espacio 1999”. A sus 78 años volvió a triunfar con una memorable comedia: “Un pez llamado Wanda” (1988). Dentro del lote de comedias Ealing son destacables, además de “Los apuros de un pequeño tren”, “The levender Hill Mob” (“Oro en barras”, 1951) y “The Love Lottery” (“La lotería del amor”, 1954).
Charles Frend (1909- 1977),  aunque más limitado que los anteriormente citados realizó, junto con Cavalcanti, una de las películas más exitosas en tiempos de guerra: “The Foreman Went to France”/”Somewhere in France” (1942) y con otras productoras consiguió unos cuantos films bélicos bastante interesantes. Se considera “Scott in the Antartic(“Las aventuras del capitán Scott”, cinta de aventuras producida por Ealing, 1948) como su más destacado logro. Poseía cierta habilidad para las escenas de acción y drama, fusionaba más que correctamente el ser humano con los paisajes pero también era frío y seco en pasajes sentimentales además de no salirse casi nunca del manuscrito del guión. También memorable fue “The Cruel Sea” (1953), film bélico producido por Ealing y basado en la novela de Nicholas Monsarrat.
Robert Hamer (1911- 1963), primero montador (p. e. “La posada de Jamaica”, de Hitchcock), entró en Ealing de la mano de Cavalcanti como ayudante de producción y montaje. Polémico en sus obras, marchó de Ealing tras topar varias veces con Balcon aunque más adelante se reconciliaron y este le ayudó a entrar otra vez en el cine pero una neumonía y varios años adicto al alcohol, quizás a causa de desengaños amorosos, acabaron prematuramente con la vida de este hábil y sugestivo técnico. Realizó uno de los films más populares y emblemáticos de la compañía: “Kind Hearts and Coronets” (“Ocho sentencias de muerte”, 1949), con el humor más caustico dentro de las producciones Ealing y que además sirvió para dar a conocer a Sir Alec Guiness. El más formado culturalmente del equipo daba mucha importancia a los guiones (por ello colaboró siempre en los libretos) y a la relación literatura- cine, deseando filmar siempre sin contrapuntos morales y con cierta morbidez expositiva.
Alberto Cavalcanti (1897- 1982) Nacido en Brasil y formado cinematográficamente en Francia al lado de realizadores de experimentación vanguardista. De hecho se nota en sus primeros films en los años 20, provistos siempre de algún interés pero petulantes y, en ocasiones, grisáceos (también de influencia realista y algo surrealista; mézclese todo esto y agítese). Se trasladó  Inglaterra y probó su experiencia de buen documentalista y productor (le prefiero en ambas facetas más que de realizador). Colaboró con Ealing a partir de 1940 cuando Balcon abrió un departamento de documentales para realizar su primera película en los estudios en 1942: “Went the Day Well?”. Cavalcanti dirigió tres films más para Balcon, quizás sea “Nicholas Nikleby” (“Las aventuras de Nicholas Nikleby), según la novela de Charles Dickens, la más destacable aunque este mismo año dejara Ealing para regresar a Brasil, fundar su propia productora y terminar su carrera profesional en TV.
Alexander Mackendrick (1912- 1993) es el más emblemático (1) realizador de los Ealing Studios además de uno de los más importantes de la cinematografía mundial. No tuvo una infancia feliz (su padre falleció cuando el niño tenía seis años y su madre, de profesión modista,  lo dejó al cuidado de los abuelos en Escocia; nunca más se volvieron a ver). Alexander estudió en el Glasgow School of Art y después de algunas tentativas entró en el campo de la publicidad. Componía su primer guión, “Midnigh Menace”, en 1937. Durante la guerra filmaría noticiarios de propaganda para después trasladarse a diversos países para realizar documentales y reportajes (se convertiría en director de 2ª unidad en 1943 para “Roma, ciudad abierta”, de Roberto Rosellini). Más documentales después de la guerra para entrar en Ealing y realizar la formidable comedia “Whisky Galore” (“Whisky a gogó”, 1949) y a continuación tres comedias más: “The Man in the White Suit” (“El hombre del traje blanco”, 1951), “Maggie” (La bella Maggie”, 1954) y “The Ladykillers” (“El quinteto de la muerte”, 1955) --- también entre lo mejor del cine cómico --- además de “Mandy” (“Mandy”, 1952) sobre el drama de una niña sordomuda, film justamente revalorizado en la actualidad. Se ha dicho siempre que Mackendrick fue siempre un perfeccionista que revisaba su obra continuamente (repetía una y otra vez los planos para encontrar los mejores a cada situación). Ello le valió la enemistad y los enfados de varios productores y solo realizó, para bien o para mal, nueve películas con una puesta en escena encomiable. Fuera de Ealing realizó las memorables “Viento en las velas” (1965), según la novela homónima de Richard Hugues, “Chantaje en Broadway” (1957) y su último film, otra comedia, “No hagan olas” (1967) de la cual siempre declaró no estar contento (si citamos “Sammy, huida hacia el sur”, de 1963 --- una historia desde la óptica de un niño --- tendremos su filmografía,  como realizador, completa).
Algún otro realizador trabajó para Ealing Studios en forma ocasional. De entre estos debería citarse siempre a Henry Cornelius (1913- 1958), responsable de la excelente “Passport to Pimlico” (“Pasaporte para Pimlico”, 1949), también documentalista y montador en Francia y Alemania. Director de pocos films, entendió perfectamente lo deseado por Balcon. Fuera de Ealing filmó la divertida “Genevieve” (“Genoveva”, 1953), coproducción, entre otras, de Universal y Rank Organisatión, pero es como si fuera pensada y elaborada por los estudios de Balcon.
Aparte de los realizadores otros técnicos fueron importantes para crear el estilo Ealing, como Thomas Ernest Bennet Clarke (1907- 1989) que fue periodista, publicista y policía antes de ingresar en la empresa de Balcon (1943) y pergeñó unos guiones perfectamente acoplados para la consecución de la obra, manteniéndose en el estudio hasta su venta. En verdad las comedias de Ealing no hubieran sido las mismas sin la imaginación y la escritura de T. E. B. Clarke (aparte, en 1958, escribió “Un crimen por hora”, de John Ford). Hemos de recordar a Seth Holt (1924- 1971), nacido en Palestina aunque la mayor parte de su vida transcurrió en Londres. En sus inicios fue actor pero luego se dedicó al montaje, adquiriendo gran experiencia. Era hermanastro de Robert Hamer, quien le introdujo como montador en Ealing. Tras el cierre de los estudios pasó a la dirección en la productora Hammer, dedicada al cine fantástico y de terror, realizando dos cintas ejemplares del llamado “terror psicológico”: “El sabor del miedo” (1961) y  “A merced del odio” (1965). Holt falleció antes de finalizar “Sangre en la tumba de la momia” (1971), siendo terminada por el productor/realizador Michael Carreras, uno de los socios propietarios de Hammer.

II)- LOS APUROS DE UN PEQUEÑO TREN
El único libro, que yo sepa, en castellano sobre los Estudios Ealing deja bien, en general, “Los apuros de un pequeño tren” aunque el autor, Juan M. Corral (2), dice no entender la reacción unísona del pueblo de Titfield de defender algo tan vetusto como es el tren de vapor oponiéndose, de esta forma, al progreso. Por eso la considera inferior a otras comedias puesto que no tiene las agudeza ni las aristas de las demás para “tirotear” al gobierno (si lo hace pero en menos grado que en otros títulos). En verdad no debe tener pasión ni afición por los ferrocarriles antiguos como tenemos otros. A ello ha de añadirse una parte (por más minúscula o microscópica que sea) de ficción, de fantasía, de sucesos improbables, inherentes de toda comedia: todo el pueblo siente un entusiasmo vehemente por el tren y bajo ningún concepto quiere que el gobierno cierre la línea del ferrocarril.
A Charles Crichton --- parte importante en la fructífera industria de los Ealing Studios de Balcon --- le tocó dirigir esta comedia costumbrista y entrañable, de protagonismo coral, con fluidez, colorido y vitalidad en su puesta en escena: “The Titfield Tunderbolt” (1953) --- literalmente “El rayo de Titfield” --- estrenada en España como “Los apuros de un pequeño tren”.
El Ministerio de Transportes británico ha decidido cerrar por deficitaria la “línea más antigua del mundo”. En realidad es un ramal dependiente de una compañía con otras líneas; solo existen unos pocos vagones y una locomotora de principios del siglo XX (hay otra locomotora, más antigua, de las primeras en circular y muy parecida a las primitivas de la línea Barcelona- Mataró). La máquina en activo es de tracción 0-3-0 (ningún eje de ruedas delantero-tres ruedas motrices centrales por banda-ningún eje trasero) y sin ténder ya que la longitud del trayecto no lo justifica. El recorrido empieza en Titfield y acaba en Mallingford donde hay una gran estación terminal de varias líneas. El núcleo de la historia reside en el magno esfuerzo por parte del pueblo de Titfield para salvar su “tren” (a pocos días del cierre de la línea: sábado 14 de junio de 1952) y combatir las insidiosas maquinaciones de los corruptos Vernon Crump (Jack McGrowan y Alec Pearce (Ewan Roberts), socios propietarios de la Crump- Pearce Ltd., compañía de autobuses, enemigos de ferrocarril y entusiasmados ahora por su anunciada desaparición ya que el monopolio del transporte público será de ellos (dentro del ambiente de comedia, estos dos individuos serán retratados de forma caricaturesca): acaban de comprar un autobús nuevo y en un futuro el pueblo se llamará Pearcetown (=ciudad de “Pearce”) le anuncia el ególatra a su socio-alférez Crump.
Ya mientras aparecen los genéricos con dibujo de un tren de feria en morado-rojo-amarillo en brillante fotografía de Douglas Slocombe en Technicolor y la  ajustada/adecuada música de George Auric  ya se nos predispone en el tono de comedia a la que vamos a asistir mientras el guión de T. E. B. Clarke está muy bien trabado en perfecta licuación (como los demás elementos) con la narrativa de Crichton. Y no puede haber mejor principio: desde un escenario absolutamente campestre viene hacia nosotros un potente expreso pitando (locomotora de vapor de las más modernas y voluminosas, ténder y cinco coches, el primero marrón y los demás verdes) y atraviesa un puente, eje del plano, pero en seguida nos daremos cuenta que éste no es nuestro tren. Inmediatamente debajo del puente aparece “nuestro pequeño protagonista”. Con marcha atrás la locomotora, enganchado delate de ésta un curioso furgón verdoso (con una especie de jardinera donde está el freno, seguido de un vagón de carga azul grisáceo y un coche de viajeros de madera color azul con franjas rojas. Su pitido ridículamente ronco y divertido contrasta con el fuerte del expreso. . Nuestro tren circula al revés ya que la placa giratoria está en los cobertizos, fuera de la estación, y la bomba de agua está también fuera del andén principal. Dos planos más del tren que se acerca a la estación de Titfield (1/- lejano, acercándose, 2/- cercano hasta cortar el encuadre) combinado con otros dos planos de las calles contiguas a la estación (personas bajando, la estación al fondo en profundidad de campo). En la estación/andén para pasajeros no hacen falta más que la vía principal y otra contigua con desvíos a la entrada y al final; de esta forma --- en elipsis --- tenemos ya la locomotora delante del convoy, enganchada delante del coche de viajeros. Charlie, el jefe de estación, ha recibido ya la orden del cierre. Se pita para salir pero el maquinista dice que ha de esperarse al joven Gordon Square- Chesterford (John Gregson) cuyo bisabuelo fundó el ferrocarril. Este se acerca a la estación en un coche tan antiguo como el tren con un pequeño remolque (día de mercado en Mallingford). Pero tiene problemas en la carretera (sin asfaltar): un cateto llamado Harry Hawkins (Sidney James) conduce una lenta apisonadora (a veces trabaja para los socios Pearce- Crump) que ocupa todo el ancho del pequeño camino. Este personaje, bastante obtuso, que al principio puede caernos antipático devendrá totalmente positivo al final de la historia ya que gracias a él se salvará el ferrocarril. Gordon debe desviarse por un atajo, atravesando una granja (el revolotear de las gallinas acentúa la comicidad) hasta llegar a la vivienda del jubilado Dan Taylor (Hugh Griffith), empedernido bebedor, que vive en un vagón de los más antiguos en pleno bosque (había trabajado 41 años en el tren). Después Gordon llega a la estación con casi 4 minutos de retraso, el revisor le dice que el ferrocarril se rige por la hora de Greenwich a lo que el joven contesta: “Mi bisabuelo creó el ferrocarril para Titfield, no para Greenwich. El tren inicia su marcha….

Cambio de escenario, un día después: casa del vicario Samuel Weech (George Relph, padre del director artístico y productor Michael Relph, 3). Tumbado en un sofá, alzacuellos circular y gafas; está leyendo una revista de trenes que esconde --- reemplazándola con un breviario y unos papeles donde prepara el sermón dominical --- cuando oye llamar al timbre y su asistenta Emily (Edie Martin, presente en varios films de la firma) llama a la puerta del despacho y le anuncia la visita de dos personas: el secretario del Ayuntamiento, George Blackeworth (Nauton Wayne) y el joven Gordon, quienes le comunican el cierre del tren el próximo sábado (un pasquín colocado por Charlie en la estación refuerza la triste orden gubernamental añadiendo, además, que el trayecto se podrá hacer con el reemplazo de los autobuses Pearce- Crump). Al vicario le caen los papeles y el breviario, -“No pueden hacerlo…” a lo cual Gordon afirma: -“También cerraron la línea Canterbury- Whinstable”. Respuesta del vicario: -Quizás en Canterbury no había hombres con fe… suficiente. Después de varias reflexiones para salvar el tren, Blackeworth expone como única solución comprar la línea con la triquiñuela legal de los ferrocarriles nacionalizados: ley aparecida en 1947, la cual no afectaría a una compañía formada después, en 1952. Los escasos empleados del tren están prácticamente jubilados y hacen falta 10.000 libras esterlinas para la compra. Se intentará convencer al millonario Valentine Walter (Stanley Holloway), amigo de la poesía y del alcohol. Lo consiguen al prometerle llevar un bar en el vagón de pasajeros donde podrá tomar unas copas antes de abrir la cantina del pueblo. El vicario (el teórico del ferrocarril) será el maquinista y pese a enzarzarse en una fuerte discusión ferroviaria con Dan (el práctico), como hemos visto al principio, Valentine a los dos les nombra conductores, luego serán grandes amigos y formarán un equipo compenetrado dejando atrás sus infantiles discusiones. Square- Chesterford será el revisor y voluntarios del pueblo suplirán los trabajos de mantenimiento, limpieza, guardagujas, etc. Solo necesitan un permiso del Ministerio en forma de prórroga hasta inspeccionar si se cierra la línea o no, sabiendo de antemano que el ferrocarril continuará siendo deficitario (buen uso de planos- contraplanos).
A partir de ahora y hasta la destrucción de la única locomotora por parte de los siniestros Pearce & Crump, la narración puede agruparse en dos bloques de secuencias muy importantes en relación al tren.
1)- El último viaje realizado por los antiguos empleados quienes aprovechan para enseñar- entrenar a sus sucesores aficionados. Reunión en el Ayuntamiento. El delegado del Ministerio, tocado en el sentimentalismo más que en la confianza en la eficacia (ex –empleado del tren) concede un plazo de prueba a los nuevos dueños. Pasado este tiempo un inspector deberá verificar la continuidad o el cierre de la línea. Los rostros de Crump y Pearce reflejan un gran disgusto.
El tren arranca y pasa por debajo de un puente. Encima del puente circula el autobús. Empieza la competición: vía y carretera discurren un trecho en paralelo, el tren se adelanta, los vehículos aumentan su velocidad, parece que la carretera cruce la vía y se vaya a producir un choque pero solo es un efecto óptico (efectos especiales de Syd Pearson): la carretera pasa bajo un puente y ambos continúan su carrera. Ahora el autobús pasa por encima del tren en otro puente pero ha de frenar bruscamente cuando está a punto de chocar con un turismo. Desde el tren Gordon les grita sermoneándoles diciendo que en el ferrocarril esto no pasa y no harán ni caso a su campaña difamatoria hacia el tren.
2)- Los aficionados entusiastas ya conducen solos el tren. El Rev. Weech y Dan llevan a cabo teoría + práctica, la asistenta Emily --- vende los billetes de tren en la estación de Titfield --- debe despertar a Dan en su vivienda- vagón pasando una rama de espino por la ventanilla y rozarle el cuello. El reverendo y Dan, tras muchas dificultades, logran poner en funcionamiento la locomotora. Llegan seis personas además de Backeworth y Valentine. Una última discusión Sam- Dan por cazar un conejo (se hizo en domingo) les hace unirse más: un rebaño de vacas, otro de cabras, todas las reses huyen asustadas, ahora hay un camión cargado de piedra atravesado en la vía, en un paso a nivel, colocado por Pierce &Crump quienes fingen no poder sacarlo. Freno y contramarcha. El reverendo, sin hacer caso a las protestas, hace bajar a todos del tren y embiste al camión, arrastrándolo hasta volcarlo y quitarlo de la vía. Aparece Hawkins con su apisonadora y Pearce le paga para que bloquee la vía a pesar de Joan Hampton (Gabrielle Brune), empleada del bar jura que jamás volverá a mirarle (él está enamorado de la muchacha). El reverendo embiste sin contemplaciones --- -¡Un duelo, que apasionante! Exclama Valentine --- haciendo retroceder la apisonadora que se prepara, embiste y hace recular al tren; ambos contrincantes preparan sus vehículos pero el reverendo es más hábil (encuadres sobre sus manos cambiando la marcha, poniendo el regulador en marcha) y la apisonadora retrocede (Hawkins debe saltar y su vehículo vuelca fuera de la vía). El tren ha vencido y reanuda su marcha. Hawkins, Crump y Pearce, malhumorados, reciben las burlas de Gordon y de un Valentine con unas copas de más. Ahora los autobuseros deciden sabotear directamente la línea y sus instalaciones. Tirotean el depósito de agua pero los voluntariosos aficionados y viajeros recogen el precioso líquido de un riachuelo sirviéndose de los utensilios cedidos por una granja cercana. Posteriormente, durante la noche se cuelan en la no vigilada estación con la apisonadora que arrastra la locomotora fuera del recinto donde han levantado un raíl y allí se despeña (la elección de planos nocturnos en la secuencia del sabotaje es ejemplar). Todo el sueño se ha desvanecido. Un intento  por parte de Dan y Valentine de robar una locomotora de un ramal vecino en Mallingford acaba en desastre: la máquina está en un puente giratorio y ambos están demasiado bebidos para ver que, cuando la ponen en marcha, está fuera de la vía. Recorren un buen trecho hasta chocar con un árbol. Van a parar a la cárcel.
Ahora el reverendo Sam tiene una idea: utilizar la primitiva locomotora, residente en el museo. Es colocada sobre la vía y al no haber ya vagón de viajeros emplazan el vagón- vivienda de Dan en los raíles. Locomotora con cabina descubierta, ténder, vagón de viajeros (el de Dan) y furgón trasero. Inconvenientes: el enganche de la locomotora no se acopla a la del vagón de Dan (épocas diferentes, un espacio de 20 años), el freno de la máquina es muy débil y la marcha atrás prácticamente no funciona… El engarce se soluciona provisionalmente con una cuerda. Llega a la estación N. Matthews, obispo de Welchester (Geodfrey Tearle) quien parece llamará la atención al vicario Sam pero además de ser íntimos amigos también es un gran aficionado a los trenes y ocupa el puesto de fogonero dejado por Dan. La cuerda se rompe y los vagones quedan atrás mientras la locomotora a duras penas llega a la ya reparada bomba de agua para repostar. Los voluntarios empujan los vagones mientras entretienen al adormecido inspector. Llega Harry Hawkins con su apisonadora y ante las súplicas de Joan (la última es de matrimonio) el garrulo entrega la cadena del mecanismo de dirección de su vehículo para reemplazar la rota cuerda, quedando, de esta forma, redimido del mal provocado por él. No así Crump y Pearce que, burlándose del tren, se distraen y su autobús choca con el coche de la policía donde van detenidos Dan y Valentine camino de la cárcel. Crump, más débil, no resiste y confiesa sus delitos de sabotaje. La policía sube al tren con los cuatro detenidos y finalmente llegamos a Mallingford con cuatro minutos de retraso. El inspector está contento y firma el informe favorable: si hubiera llegado puntual la decisión hubiese sido negativa ya que la velocidad sería superior a la permitida a los trenes ligeros. El tren vivirá. Los maquinistas de las demás líneas pitan en señal de solidaridad y el Reverendo Sam contesta con el pitido asmático de su primitiva locomotora………

Narcís Ribot i Trafí

1)- “Alexander Mackendrick”, de Asier Aranzubia Cob- Editorial Cátedra. Colección Signo e Imagen. Cineastas (2011). El único estudio en libro sobre el realizador.
2)- “Los Estudios Ealing. Cómicos a go gó”, de Juan M. Corral. T & B Editores (colección “Lo esencial de…”), 2005. También el único estudio. Está bien documentado y es muy recomendable pese a no compartir parte de sus juicios con referencia a “Los apuros de un pequeño tren”.
3)- El director artístico y productor Michael Relph (1914-2004), asociado muchas veces con Basil Dearden, no debe confundirse con el actor Michael Ralph (1904-1994), actuante también en los Ealing Studios.