ROBIN DE LOS BOSQUES (1938)

II)- ROBIN DE LOS BOSQUES (WILLIAM KEIGHLEY Y MICHAEL CURTIZ, 1938)

Robin estaba en Barnsdale sobre un árbol apoyado; junto a él estaba Pequeño Juan, un montero de buen grado. También estaba el buen Scarlok, y Much, el hijo del molinero: no había pulgada en su cuerpo que no valiese un hombre entero”…..”Una gesta de Robín Hood”, la más popular de las baladas, canto primero, versos 10-20.
3)- LA PELÍCULA- Lo que a primera vista más sorprende de “The Adventures of Robin Hood” (Robín de los bosques), producida por Warner Bros,  (1938) es la acreditación de dos directores: William Keighley y Michael Curtiz. ¿Por qué? Si repasamos la totalidad de la ficha veremos la duplicidad de técnicos en casi todas las facetas: Norman Reilly Raine y Seton I. Miller en el guión, Tony Gaudio y Sol Polito en la fotografía y Hugo Friedhofer y Milan Roder en la orquestación de la muy acertada música de Erich Wolfgang Korngnorld. El rodaje y la preparación del film fue un seguido de incidentes y vicisitudes, reemplazos, substituciones...

En 1935 Warner Bros había comprado los derechos cinematográficos de la opereta “Robin Hood”, de Reginald DeCoven con libreto de Harry B. Smith, al mismo tiempo que Metro-Goldwyn-Mayer anunciaba el rodaje del personaje con Nelson Eddy y Jeanette MacDonald como protagonistas. Warner se adelanta y pregona el proyecto de “Las aventuras de Robin Hood” con James Cagney lo cual hizo abandonar a MGM y dedicarse a otros menesteres fílmicos pero el rodaje se aplazó a causa de las numerosas discusiones del actor Cagney con el dueño Jack Warner, mientras tanto el productor Hal B. Wallis se esforzaba para reunir el equipo técnico- artístico. Henry Blanke colaboró con Wallis en tareas de producción, William Keighley sería el realizador (más tarde substituido por Michael Curtiz) y el trío triunfante de “El Capitán Blood” en los papeles estelares: Errol Flynn como Robin Hood, Olivia de Havilland encarnando a Lady Marian y Basil Rathbone interpretando a Sir Guy de Gisbourne añadiendo a Claude Rains como Juan Sin Tierra, completándose el reparto con Melville Cooper (Sheriff de Nottingham), Patrick Knowles (Will Scarlet), Eugene Pallete (fraile Tuck), Alan Hale (Pequeño John), Ian Hunter (rey Ricardo Corazón de León), Herbert Mundin (Much) y Montagu Love (Obispo de Black Canons).
En verdad el propietario Jack Warner había prometido la realización del film a William Dieterle (1), quien dirigió algunas escenas, pero al final la oportunidad/responsabilidad fue concedida a William Keighley (2) que realiza unos encuadres de primorosa composición  y unos planos tan exquisitos y selectos como bien escogidos pero la lentitud (no solamente el director era responsable) en el rodaje y la reducción presupuestaria (recortar y cambiar escenas inicialmente escritas) ponen nervioso al productor Wallis: despachará a Keighley y contratará al “hombre de la casa”, Michael Curtiz, de reconocida solvencia y aceptada reputación para finalizar el rodaje en menos tiempo, sin olvidar alguna escena suelta confeccionada por Breezy Reeves Eason, director de la 2ª unidad, quien había filmado la carga final de los lanceros en la película de Michael Curtiz “La carga de la brigada ligera” (1936). Un inventario preciso de las variaciones se encuentra en el libro “La Edad Media en el Cine” (3):

a)- William Dieterle realizó algunas escenas de continuidad, cfr. la comunicación entre diversas personas del lugar de reunión de Robin con los sajones.
b)- William Keighley filmó casi todas las escenas exteriores y alguna interior (los aposentos de Marian). Contaba con el apoyo de Errol Flynn aunque no pudiera evitar su despido y substitución.
c)- Breezy Reeves Eason efectuó la secuencia del asalto a la caravana normanda que transportaba el tesoro rapiñado a los ciudadanos sajones, algunas escenas del torneo de arqueros (asistido por Howard Hill) y planos de hombres a caballo (era especialista en ello).
d)- Michael Curtiz dirigió las escenas interiores, algunas exteriores (los seguidores de Robin cayendo desde los árboles sobre los normandos) y otras adicionales. No se llevaba bien con Errol Flynn (quien intentó en vano vetarle) desde “La carga de la brigada ligera”.
Podría pensarse en un desequilibrio fílmico y, sin embargo, y en conjunto, no es así o dicho de otra manera, que redunda en lo positivo a pesar de algunos defectos. Nunca sabremos como hubiese sido el film bajo única dirección de Keighley o de Curtiz pero la macedonia resultante (con Dieterle y Reeves Eason no acreditados) es más que digestiva, es deliciosa. Keighley procede a ofrecer un fulgurante sentido de un color totalmente vital en composiciones más bien estáticas, Curtiz se centra más en el dramatismo, la importancia del espacio fílmico con más dinamismo y vivacidad en las escenas. Si se congelaran las tomas de Keighley  podríamos calificarlas de bellísimos cromos ilustradores de las baladas engarzadoras de la leyenda que rememora, entre otras, a obras  pictóricas de John Constable, Thomas Gainsborough o Thomas Girtin, mientras Curtiz demuestra su buen pulso narrativo conjugando su ritmo trepidante con el perfecto movimiento de actores, siempre admirador y deudor de las efervescencias expresionistas (el juego de luces y sombras en los planos) que da una trayectoria con más tablas fílmicas y con un desarrollo más cinematográfico, si cabe, aunque la aportación de Keighley sea excelente y su composición pictórica sea más que soberbia (basándose en el trabajo de ambos directores existe un capítulo dentro de un estudio de la película a cargo del experto Javier Coma, muy recomendable, 4). Las secuencias del bosque de Sherwood y las del concurso con arco son jocosas y festivas (Keighley), las del castillo son más espesamente dramáticas y tenebrosas (resaltando la maldad del príncipe Juan, sir Guy y los aristócratas normandos), subrayando de forma especial la del banquete y su continuación, la lucha y huída de Robín (Curtiz) que al descender al piso inferior aparecían los subterráneos con mazmorras, paredes expresamente grisáceas para contrastar con los sanos, verdes y espléndidos bosques donde viven Robín y sus proscritos.

Siempre se ha considerado a Michael Curtiz el realizador principal aunque rodara menos días y planos que William Keighley, su aportación es valiosa aunque muchos logros del film lo sean gracias al equipo (por más cambiante que fuera), además que el afortunado director de “El Capitán Blood” debía luchar contra el tiempo. Su perfecta sincronización con el operador y el director artístico le permitía el uso de un original juego con las sombras (recordemos el duelo final) y el ligero movimiento de cámara que subrayaba de forma sutil los hechos y sus consecuencias, gráciles y acertados desplazamientos e grúa y magníficos e inolvidables  planos generales que subrayan eficazmente la acción a suceder.
Recordando una vez más la importancia de los colores (por vez primera Warner usaba el Technicolor y el resultado fue maravilloso) y sus jugosos contrastes, incluida las referentes a las indumentarias de los personajes: el verde brillante de Robín en juego camaleónico con la brillante espesura del bosque, a su lado, en casi todas las escenas un Will Scarlet con vestimenta muy similar a Robín pero en rojo haciendo honor a su apellido), para sir Guy el negro carbón con escudo amarillo brillante (figura de un león) con capa azul (en la escena inicial con Juan sin Tierra) cambiada a escarlata en el viaje, el rojo intenso del sheriff de Nottingham (la sangre de las matanzas), el fuerte violeta del hábito del obispo de Black Canons o el blanco de Marian (la pureza) quien empezará detestando a Robín para finalmente enamorarse de él y salvarle la vida. Se usaron un total de once cámaras (las existentes en 1938), alquiladas a la empresa Technicolor que tenían que ser devueltas al finalizar la jornada de rodaje.

Los exteriores se rodaron en Chico, Simi Valley y Pasadena, localidades todas del estado de California aunque se importaron auténticos árboles ingleses para lograr una ambientación más realista además de pintar el césped de un verde más intenso para conseguir mayor similitud con los paisajes británicos. Se empezó con una euforia inusitada con el presupuesto, como si se jugara a ser MGM para luego aparecer los tajantes recortes y las mutaciones argumentales y artísticas, p. e. al inicio del film se quería ofrecer un combate de torneo entre dos caballeros, imitando así el Robín Hood mudo de Dwan/Fairbanks (con escenas muy bien conseguidas, por cierto) pero resultaba caro y se desechó la idea, ocurriendo lo mismo con otros fragmentos como la lucha final en el castillo, situación resuelta por la sobriedad y pericia de Michael Curtiz quien se sabía inmerso en una producción espectacular y a lo grande pero filmaba según su estilo….solo así podía funcionar….y funcionó. Al retirarse Keighley también el formidable autor de la fotografía, Tony Gaudio, fue substituido por Sol Polito, quien entró paralelo a Curtiz ¿Se ganó? ¿Se perdió? Más bien diría fue muy positiva la interacción fotográfica de dos grandes técnicos: Gaudio en el bosque de los espacios abiertos y Polito más sombría en los interiores del castillo.

El guión había sufrido diversos cambios. En  1935 el productor Wallis encargó escribir el libreto a Rowland Leight, aún trabajando en conjunto con  Michel Jacoby en el de “La carga del brigada ligera”, a finales de 1936 Leight entrega la primera versión completa aunque Wallis no lo mirará hasta marzo de 1937, contando que, un poco antes, Warner había adquirido los derechos del personaje mientras MGM retenía los de la opereta de De Koven. A Wallis no le gustó lo escrito y considerando que se podían suprimir tiempos muertos para rellenarlos con otros de más épica y acción encargó a Norman Reilly Raine que reescriba el libreto con material antiguo sumado al adquirido de nuevo en el trato con MGM que Leigh no había usado (había variado algunas baladas y agregado ideas de la novela Ivanhoe, de Walter Scott). Raine entrega su primer borrador en junio (una de las mayores innovaciones era el personaje de Marian, casi inexistente en Leight). A pesar de todo Raine no está satisfecho con el final (boda de Robin con Marian en Sherwood), presenta un segundo borrador con cambios substanciales que no convencen a ninguno de los responsables de Warner. Ahora Wallis encarga a Seton Miller que ayude a Raine para acabar el guión en septiembre de 1937 (el guionista original, Rowland Leight, no figurará acreditado).
Erich Wolgang Korngold, un gran compositor, empezó su carrera con Max Reinhard en partituras para teatro en Viena cuando antes, a los 14 años, considerado niño prodigio, había despertado la admiración de Gustav Mahler y Richard Strauss entre otros pero la anexión de Austria por su vecina Alemania y su ascendencia judía le hicieron emigrar a Estados Unidos hasta establecerse en California. Tímido, en principio, no se atrevía a componer la música para “Robín de los bosques” pero finalmente orquestó un clásico inolvidable. Otras aportaciones suyas de gran valor para Warner son p. e. “Príncipe y mendigo”, de William Keighley con Errol Flynn, “El Capitán Blood”, “La vida privada de Elisabeth y Essex” o el “Halcón del mar”, las tres realizadas por Michael Curtiz y protagonizadas por Errol Flynn.

La parte interpretativa también hizo subir muchos enteros el nivel del film -también con muchas variaciones y substituciones- con mención especial para “los negativos”, sencillamente bordados: Claude Rains, Basil Rathbone, Harry Cording (como Dickon Malbete), fiel ejecutor de las órdenes de sir Guy y el obispo de Black Canons, fiel aliado del príncipe Juan y sir Guy, representante de quienes solo buscan el poder y han olvidado su misión pastoral y evangélica en la Iglesia (sin entrar en el tema si su política era acertada o no, un representante de esta iconografía fue el real y famoso duque Armand- Jean du Plessis, cardenal Richelieu, presente en novelas de aventuras ficticias como “Los 3 mosqueteros”); cuando haya vuelto Ricardo Corazón de León, tras la muerte de sir Guy y el destierro del príncipe Juan, el obispo manifestará su ofrecimiento de colaboración con el rey Ricardo (demostración de los “cambios de chaqueta” en cualquier permuta de situación política), siendo el bonachón y divertido fray Tuck la contraposición, siempre fiel a la justicia y, por lo tanto, a Robin Hood como también el clérigo que defiende a un sajón al inicio de la cinta y que también será maltratado. Es importante el peso de los diálogos para `prepararnos bien la acción a desarrollar: la conversación inicial príncipe John- sir Guy, cuando brindan por la futura subida de impuestos y hablan del secuestro de Ricardo por Leopoldo de Austria, quien exige una fuerte suma de rescate (la pedirán pero no para rescatar al rey sino para quedársela), al brindar se derrama vino  que funde con la obertura de una nueva escena donde se derrama sangre sajona (un hallazgo del guión  que Curtiz supo trasladarlo a la pantalla con gran acierto). El personaje de Robin es alegre y dicharachero. En los momentos precisos asume una pose chulesca para oponerse al príncipe Juan y a sus seguidores (cuando acude al banquete y arroja el ciervo cazado a la mesa de Juan Sin Tierra, p. e.), se burlará de sir Guy, llamará “pandilla de asesinos” a los aristócratas normandos y usurpador a Juan Sin Tierra, luego tendrá que usar todas sus habilidades (acrobáticas, con la espada, con el arco y las flechas) para poder escapar de la trampa que es el castillo. Cuando su relación sentimental con lady Marian (normanda) se vaya acrecentando ésta le preguntará: “¿Porqué odiáis tanto a los normandos?” Respuesta de Robín: “No odio a los normandos, solo la injusticia”. Robin anuncia a Juan y a sir Guy que devolverá golpe por golpe las tropelías realizadas sobre los sajones. En cinco ocasiones una flecha se hunde en el pecho del caballero normando, jefe de la partida, que está robando o apaleando a algún miembro del pueblo sajón. Es interesante el comentario que hace al respecto el libro “La Edad Media en el Cine”, comparando a Robin con el famoso personaje del cómic creado por Víctor Mora y dibujado en un principio por Ambrós, “El Capitán Trueno” (por cierto, después de mucho tiempo por fin se ha filmadouna película sobre este personaje, quienes lo leíamos de pequeños, y no tan pequeños, lo agradeceremos); nunca levantaba la espada contra un hombre desarmado o sin posibilidad de defenderse, así cuando sir Guy está a punto de agredir a Much, el hijo del molinero, por haber matado un venado (al recordarle que matar un venado “real” estaba penado con la muerte, responde que se morirá de hambre si no lo caza y se lo come, gracias a la rapiña normanda y añade la similitud de sir Guy con el diablo y sobre el expolio normando), Robin dispara una flecha y arranca la maza de su mano pudiendo dirigir la saeta al cuerpo de sir Guy; en su batalla final, Robin abandona la lanza y prosigue la lucha con espada, sir Guy la pierde y su noble oponente deja recuperarla (algunos hablan de este duelo tan largo y bien conseguido como una mini-película dentro de una película), Errol Flynn y Basil Rathbone vuelven a cruzar sus aceros, repitiendo y prolongando el duelo de “El Capitán Blood”, Rathbone era mejor espadachín (quizás había aprovechado mejor las lecciones de esgrima) pero ha de perder, al igual que frente a Tyrone Power en “El signo del Zorro”, eterna frustración de ser casi siempre “al malo” (los “malos” de Rathbone eran sencillamente antológicos, de los más memorables); no pierde el humor Robin en el duelo cuando en un momento tropieza a causa de un candelero y cae, “Sabes alguna oración”, dice riendo sir Guy, y él, mientras logra incorporarse contesta: “La rezaré por vos”. Ricardo Corazón de León (Ian Hunter) ha regresado, sir Guy ha muerto en combate a manos de Robin, Juan Sin Tierra hace efectivo su sobrenombre y es desterrado por su hermano, Robin y Marian se casan en el bosque de Sherwood….sabíamos este final pero estamos ante una gran película para todos los públicos, un film de los más representativos del cine de aventuras.

Narcís Ribot i Trafí

1)- William Dieterle (1893-1973) fue un realizador alemán que empezó trabajando en la empresa teatral de Max Reinhardt y como actor en el cine mudo. Trasladado a Estados Unidos dirigió notables films, entre ellos sólidas biografías de personajes famosos como “La tragedia de Louis Pasteur”, “La vida de Emilio Zola”, “Juárez” o la adaptación para la pantalla del clásico de Victor Hugo, “El jorobado de Notre Dame” (1939), entre otras. Su elegante composición escénica y la buena disposición de los planos serán reconocidos, como en otros casos, después de su jubilación y muerte. Dieterle realizó para Paramount (1954) una de sus películas exóticas, con Elizabeth Taylor, John Finch y Dana Ardrews, que tengo en gran estima: “La senda de los elefantes”.
2)- William Keighley (1889-1984), nació en Philadelphia, entró de joven en el teatro y después se trasladó a Hollywood como realizador cinematográfico. Era un director eficaz, sabía elegir bien la planificación aunque le faltara, en ocasiones, la necesaria ambición para superar los límites de “lo bien hecho” y pasar al notable o sobresaliente. Tiene films memorables como “Contra el imperio del crimen”, con James Cagney, “Príncipe y mendigo”, con Errol Flynn, “Balas o votos, con Edward G. Robinson o “El señor de Ballantrae”.
3). “La Edad Media en el cine”, libro escrito por Juan J. Alonso, Jorge Alonso y Enrique A. Mascache (T&B Editores, 2007). Excelente estudio, con fragmentos humorísticos pero siempre con erudición.  Mismo terceto de autores y misma editorial son igualmente recomendables “La Antigua Roma en el cine” (2008) y el recién editado “El Antiguo Egipto en el cine”(mayo-2010). Esperemos que aparezca un hipotético “La Antigua Grecia en el cine”.
4)- Conciso y completo estudio de Javier Coma en la Colección programa doble (“Lo que el viento se llevó” y “Robín de los bosques”), Libros digerido, Barcelona (1995).