RECORDANDO A JOSÉ ANTONIO NIEVES CONDE

A los seis años de su muerte algo se ha conseguido sobre el conocimiento del cine de José Antonio Nieves Conde aunque para muchos aún sea un desconocido y queda más para hacer, siempre y cuando se tenga un mínimo de interés para (nuestro) cine. La cuestión está clara para este cineasta que está a la altura de Berlanga o de Bardem: Nieves Conde fue falangista y voluntario en el ejército nacional durante la Guerra Civil (le cortó su carrera de derecho) para entrar en la radio y en la prensa como crítico cinematográfico después del conflicto. Era un falangista decepcionado del régimen franquista. Consiguió filmar “Surcos” (1951), su obra maestra, que narraba peripecias y dificultades de una familia rural de postguerra emigrante a la capital para ser allí víctima de la explotación, el engaño, el estraperlo, el paro, el hambre y la prostitución; un retrato agrio y real de aquella sociedad. Aprovechando su amistad con José María García Escudero, responsable de la Dirección General de Cinematografía (el caso le costó perder su puesto pero lo recuperó en 1962) atendiendo que, además, la película fue declarada “de interés nacional” y pasó la censura. El escándalo fue inconmensurable. Hubo las correspondientes y fuertes quejas y el realizador aunque siguió trabajando fue marginado. Al ser un hombre teóricamente de derechas continúa siendo olvidado por los “comisarios políticos” al servicio del partido en el poder dentro de la democracia quienes nos dicen lo que hemos de hacer  y --- en cine --- las películas que hemos de ver. Pero Nieves Conde era un hombre y un cineasta honesto y plasmó en la pantalla lo que él pensaba. Tenía su lógica. “Algo de mi procedencia falangista hay en “Surcos” dijo el realizador. La Falange fundada por José Antonio Primo de Rivera y Sáenz de Heredia, a la cual pertenecía Nieves Conde, prácticamente desapareció en 1937 cuando el “Caudillo” fusionó Falange y Requetés bajo su jefatura, apareciendo la “Falange Tradicionalista y de las JONS” que nada tenía a ver con la original, donde en su doctrina había una indiscutible defensa de los derechos del obrero. Evidentemente no interesaba (recordemos que el sucesor de José Antonio Primo de Rivera, Manuel Hedilla, fue condenado a muerte en dos ocasiones e indultado a continuación) y en el invento del futuro Jefe del Estado se refundían conservadores, monárquicos, ejército e Iglesia (al menos una parte). Tenemos el “Movimiento Nacional”, la base del llamado “Nacional- Catolicismo” que configuró sus años de gobierno.


Si Nieves Conde hubiera tenido la misma ideología política que el excesivamente alabado Luis Buñuel, hoy en día hubiera estado en un pedestal a su lado pero solamente con su forma de actuar podía manifestar la crítica más ácida de cómo era la vida dentro del régimen franquista (personalmente quiero mucho a la democracia a pesar de sus defectos pero he de decir que en algunos aspectos de la vida no se ha mejorado y en otros es peor que antes). Por eso está totalmente justificado el título de un escrito “Un genio incómodo” ya que en la actualidad no encontraríamos ningún cineasta capaz de señalar aspectos (aunque solo fueran unos pocos) de la pésima gestión del pasado ejecutivo, el peor de la época democrática (sería como el perro que muerde la mano de su amo cuando le da comida) el cual nos ha dejado una serie de leyes atroces, una filosofía relativista para justificarlo todo, una pérdida de auténtica cultura y otros valores, la dudosa creación del colectivo “ni- ni”, los parados que llegaron a los cinco millones y las ridículas acciones de algunos miembros (y “miembras”) ministeriales con serios problemas con la cultura, la auténtica, no la de su partido además de la manipulación informativa en lo referente a lo llamado “Memoria histórica” que nunca han recordado en estos ocho años de desgobierno, p. e., la colaboración pura y dura del PSOE con la dictadura del general Miguel Primo de Rivera, el golpe de estado frustrado del año 1934 contra --- como se dice --- “la legalidad vigente” (lamentables incidentes en Asturias) al intentar imponer a la fuerza la “Dictadura del Proletariado” y donde, irónicamente, el futuro “Caudillo” fue uno de los que reprimió a los insurrectos a las órdenes del gobierno republicano, la desaparición de las reservas de oro y los responsables, huída de la mayoría de los capitostes dejando a sus militantes en manos de los vencedores, la chispa que finalmente encendió la Guerra Civil al asesinar a José Calvo Sotelo y propiciando el levantamiento militar pensado por los generales Emilio Mola Vidal y José Sanjurjo Secanell, las matanzas de Paracuellos y en otros lugares, etc. Esto también es “Memoria histórica”. Será difícil que alguien las plasme en pantalla. Más probable es --- a pesar del cambio del citado ejecutivo --- que se nos continúe entreteniendo con las obsesiones de Almodóvar, con las manipulaciones de Amenabar o con las groserías cinematográficas de Santiago Segura.

El estilo de Nieves Conde era austero, utilizando los planos más adecuados en función de la obra; se sentía gusto en escenas de tratamiento cerrado sin ornamentación gratuita ni entretenimientos para desviar la atención demostrando que su aprendizaje había sido muy provechoso. Fue quien realizó la crítica más aguda a la España de aquellos años y al describir los problemas sociológicos su cine fue llamado “Neorrealismo a la española” con pretendida similitud con el Neorrealismo italiano pero lo único semejante con las películas de Rosellini, De Sica, De Santis o Visconti era eso: la temática social. José Antonio Nieves Conde nació en Segovia (1911) de familia numerosa y padre militar. Era amigo de Rafael Gil, Carlos Fernández Cuenca y Luis Gómez Mesa (a quien tuve el gusto de conocer en Madrid hace años), entró en el cine como guionista de “Vidas cruzadas” (1942), de Luis Marquina, adaptación de una obra de Jacinto Benavente para a continuación ser ayudante de dirección de Rafael Gil en “Huella de luz”(1942). Su ópera prima como realizador fue”Senda ignorada” (1946), un thriller con Alicia Palacios que le salió más que correcto (como en mucha parte de su obra, él también fue guionista). Muy interesante es “Angustia” (1947) que señalaba las dificultades económicas de unas personas (Amparo Rivelles, José María Rodero y Adriano Rimoldi) los cuales viven en una pensión dudando entre sueños y realidad y desembocando en típica narración policiaca mientras toda la historia es cerrada y opresiva. “Llegada de noche” (1949) es un tema ya tocado varias veces en el cine y que Nieves Conde rodó por compromiso (la desaparición de una persona que nadie reconoce como existente), según la novela de Hans Rothe mientras “Jack el negro” (1950) es una coproducción de Estados Unidos, Francia y España donde realizó poquísimas escenas ya que el peso del film recayó sobre Julian Duvivier. Es en los 50 donde nuestro hombre se consagrará definitivamente. El primer eslabón fue “Balarrasa” (1950), con argumento y guión de Vicente Escrivá, donde un impecable Fernando Fernán Gómez da vida a Javier Mendoza, apodado “Balarrasa” por su carácter valiente pero fogoso y pedante: al final de la Guerra Civil un compañero suyo muere de un disparo en una guardia que le correspondía a él; ello le provocará un cargo de consciencia que cambia radicalmente su vida y decide entrar en un seminario, antes de ordenarse sacerdote pasa una temporada con su familia descubriendo que sus tres hermanos llevan una vida frívola y, según como, fuera de la ley; una vez más él arriesgará su vida y aunque la hermana morirá en accidente consigue salvar a los otros dos; todo ello contado en flash-back que recuerda estando de misionero en Alaska donde muere en medio de una tormenta pero de forma tranquila. Las descripciones de cambio de vida militar- religiosa están muy bien conseguidas y como dice Francisco Llinás en su libro (*): “…los vencedores de la Guerra Civil son mostrados como parásitos que nada aportan a la sociedad”. Después del éxito (aparte de un abanico de premios) y la polémica de “Surcos” filmó un episodio (“El pescador”) de una película de sketchs, “El cerco del diablo” (1952), codirigida por Edgar Neville, Enrique Gómez, Antonio del Amo y Arturo Ruíz, una auténtica curiosidad dentro del cine español.  Después del drama “Rebeldía” (1953) llega otra joya, en este caso del cine policiaco, “Los peces rojos” (1955) y otro drama, “Todos somos necesarios” (1956) --- un médico acusado de matar un paciente --- para encontrarnos con otra pieza clave del cine social y de denuncia: “El inquilino” (1957), otra vez con un magnífico Fernando Fernán Gómez, explicando con amarga ironía las dificultades en conseguir una casa para poder vivir (problema persistente hoy en día). “Entre hoy y la eternidad” (1956) y “La legión del silencio” ya habían configurado a Nieves Conde como gran realizador. Continuó en los 60 con películas interesantes entre policiacos, dramas, biográficos- históricos (“Cotolay”, 1966, donde Vicente Parra interpreta a san Francisco de Asís) y una muestra de cine fantástico (le dediqué un escrito hace años en un semanario), “El sonido de la muerte” (1965), conocida también como “El sonido prehistórico”, realizada con un presupuesto muy exiguo y prácticamente en un solo decorado y que consiguió un galardón en el festival de Cine de Ciencia- Ficción y Fantasía de Trieste. Sus dos últimas obras vieron la luz en 1976: “Volvoreta” y “Más allá del deseo”, no tan destacables como las de los años 50-60 pero José Antonio Nieves Conde había demostrado ya el gran realizador que era, “incómodo para los dos bandos”. A pesar de todo es lo mejor que le podía pasar. Falleció en el 2006 a los 94 años de edad.

Narcis Ribot Trafí


(*)- FRANCISCO LLINÁS: “JOSÉ ANTONIO NIEVES CONDE, EL OFICIO DE   CINEASTA”- Edición Semana Internacional de Cine de Valladolid (1995)- Es el único libro sobre el realizador.