LOS QUE NO PERDONAN (1960)

JOHN HUSTON


LOS QUE NO PERDONAN. Título original: The Unforgiven. Año 1960. País: Estados Unidos. Dirección: John Huston. Reparto: Burt Lancaster, Audrey Hepburn, Audie Murphy, John Saxon, Charles Bickford, Lillian Gish, Albert Salmi, Joseph Wiseman, June Walker, Kipp Hamilton, Arnold Merritt, Doug McClure, Carlos Rivas. Guión: Ben Maddow (Novela: Alan Le May). Música: Dimitri Tiomkin. Fotografía: Franz Planer. Duración: 125 minutos. Productora: United Artists. Género: Drama. Romance. Western | Racismo

En mi infancia ya lejana recuerdo aquellos malhumorados profesores que, cada vez, que los alumnos hacíamos tonterías siempre nos espetaban “para que no hiciéramos más el indio”. Eso supone que para nuestro pueblo, el indio estadounidense, siempre ha tenido una imagen no de guerrero bravo y cruel sino de tonto. Es la mala imagen que el cine de Hollywood ha dado de ese pueblo de una forma pertinaz. Los españoles sólo hemos conocido a los indios a través del cine, del western, y en cierto modo nos hemos creído esa mala imagen. Es como si en la Roma Imperial se hubiera inventado el cine y los romanos rodaran películas presentando a los antiguos hispanos como unos idiotas.
Nunca me ha gusta la prepotencia norteamericana de presentar otras culturas de forma tan negativa. Los que no perdonan en cierto modo participa de este defecto aunque la película de Huston tiene otras virtudes y su análisis debe de ser más complejo.
La película tiene algunas ingenuidades de guión, una familia compuesta por una madre ya mayor (Lillian Gish, la antigua heroína de David Wark Griffith) con sus tres hijos, más una hija adoptada. Ellos son Burt Lancaster, Doug McClure (antiguo “Trampas” de la serie El Virginiano) y Audie Murphy, el soldado más condecorado en la Segunda Guerra Mundial que fue premiado con una carrera en el cine. No sobresalió como actor por sus dotes interpretativas, pero fue una persona querida por la industria y por el público por sus antecedentes castrenses.
La chica de esta familia de ganaderos es Audrey Hepburn. La vida es plácida y tranquila hasta que aparece un elemento perturbador, un extraño loco (Joseph Wiseman) que va contando que la chica es de la tribu de los kiowa y que fue raptada de niña.
Ese loco va hablar con los indios para ponerles en antecedentes. Según las costumbres indias los locos siempre dicen la verdad, nunca mienten. Los indígenas americanos creían que las personas locas estaban poseídos por los dioses y respetaban sus vidas cuando realizaban incursiones contra los invasores blancos. En aquella época en la que masacraban colonos y caravanas enteras, nunca disparaban o atacaban a ningún blanco que estuviera mentalmente enfermo por temer la ira de sus dioses.
Los indígenas tratan de recuperar a la india raptada pero la familia se niega. La película de Huston está concebido como una tragedia shakesperiana, los indios consideran a la chica como su hermana pero ella les teme por haber sido criada como blanca sin que nadie reparara en ello. Un detalle poco creíble por cierto.
Huston denuncia el racismo blanco. El odio al indio que es desmedido sólo por ser diferente. De hecho el director no se pone en su lugar. El conflicto indio pertenece a otra época, a otras circunstancias. Sus sentimientos son toscos y primitivos, propios de gentes de escasa formación cultural propiciada por el asilamiento en que viven.
Los indios ven al blanco como un invasor, un ladrón de territorios, un depredador. Para el indio no existe la propiedad privada de terrenos como en la cultura blanca. La imagen que se ha dado de este pueblo ha sido siempre incorrecta, salvo las excepciones de rigor. El mutuo resentimiento, la mutua desconfianza ente pueblos tiene su lógica dadas las circunstancias.
Los conflictos de la película se resuelven a la americana, es decir a tiro limpio con una matanza de indios. Huston muestra a unos y a otros como unos brutos. Pero se apiada de los indios que mueren de forma injusta por intentar recuperar a su hermana de raza.

Salvador Sáinz