MONSIEUR BATIGNOLE (2002)


MONSIEUR BATIGNOLE. Título original: Monsieur Batignole. País: Francia. Año: 2002. Dirección: Gérard Jugnot. Interpretación: Gérard Jugnot (Edmond Batignole), Jules Sitruk (Simon Bernstein), Michèle Garcia (Marguerite Batignole), Jean-Paul Rouve (Pierre-Jean Lamour), Alexia Portal (Micheline Batignole), Violette Blanckaert (Sarah Cohen), Daphné Baiwir (Guila Cohen), Götz Burger (Spreich), Elisabeth Commelin (Irène), Hubert Saint-Macary (Teniente), Daniel Martin (Albert). Guión: Philippe Lopes-Curval y Gérard Jugnot. Música: Khalil Chahine. Fotografía: Gérard Simon. Montaje: Catherine Kelber. Diseño de producción: Jean-Luis Poveda. Vestuario: Martine Rapin y Annie Thiellement. Producción: Dominique Farrugia, Olivier Granier y Gérard Jugnot. Duración: 100 min. Género: Drama. Estreno en Francia: 6 Marzo 2002. Estreno en España: 29 Abril 2005.

La Resistencia francesa contra el invasor alemán en la Segunda Guerra Mundial ha dado mucho que hablar pero más el colaboracionismo francés, un hecho absolutamente vergonzoso cuya autocrítica es asumida por los vecinos del norte. Son el equivalente a los llamados “afrancesados” en la época de Napoleón Bonaparte. Los unos porque comulgan con la ideología del invasor, pero otros únicamente por codicia.
El egoísmo, la falta de solidaridad, las ansias de medrar a cualquier precio provocan que ciertos ciudadanos vendan a su pueblo por una posición cómoda. “Ya que los alemanes nos invaden saquemos provecho de ellos” dicen algunos.  
Así piensa un charcutero llamado Monsieur Batignole, la traición le brinda grandes beneficios, incluso se quedan con el atractivo piso de unos acaudalados vecinos judíos. Pero en el siglo XXI impera el discurso políticamente correcto y naturalmente el tal Batignole acabará por tener remordimientos e intentará enmendar su traición ayudando a unos niños judíos a huir de Francia jugándose su bienestar y su familia.
La película, basada en hechos reales, resulta muy previsible. Carece de sorpresas pero no por ello está desprovista de interés. Además de ser una obra simpática, muy bien realizada e interpretada, aborda un tema áspero y polémico. La falta de escrúpulos de algunos franceses que para medrar se convierten en traidores a Francia y a la Humanidad.  
El personaje del traidor, del ocasional Judas Iscariote, un personaje más habitual de lo que se pretende está representado por un autor teatral inepto que para estrenar y gozar de la protección nazi no duda en denunciar a sus vecinos judíos sin importarles su suerte y si su denuncia les llevará a las cámaras de gas.
Esa falta de escrúpulos, esta mezquindad, es lo que provoca auténtica repugnancia en el espectador y el personaje en cuestión es convenientemente castigado para satisfacción de las plateas. “El que la hace la paga”, piensan la mayoría de espectadores. Lo malo es que a veces esa justicia no existe, muchos criminales de guerra han vivido el resto de sus vidas sin remordimientos de conciencia en medio de muchísimas comodidades. Eso no sólo ocurre en Francia sino en el resto del mundo, como por ejemplo España.
La película de Jugnot es moralizante y pretende ganarse nuestras simpatías pero es poco realista en este aspecto. La vida es mucho más cruel de lo que parece.
De todas formas no es más que un espectáculo que busca crear un momento agradable al espectador al que va dirigida y como producto estrictamente cinematográfico es mucho más que digno por lo que se merece nuestro respeto.

Salvador Sáinz


Correo