UN CUENTO DE CANTERBURY (1944)

Michael Powell y Emeric Pressburger fueron un tándem que ofreció excelentes películas al mundo del cine. Narciso negro, El libertador, A vida o muerte destacan por la originalidad de sus argumentos y su fuerte personalidad patente en una cuidada planificación y el uso del color o del blanco y negro en este caso.
Estamos en vísperas de guerra, cerca de Canterbury en donde tuvieron lugar unos famosos cuentos escritos por Geoffrey Chaucer. Canterbury es en cierto modo la Santiago de Compostela británica, un lugar de peregrinación desde tiempos inmemoriales.
La película empieza con unas imágenes del Medievo y continúa con su presente, la segunda guerra mundial. Un soldado estadounidense se detiene en un pueblo cercano en donde pasará unos días y se fijará en una joven londinense que busca trabajo en el campo.
La vida campesina le atraerá, todo es puro y limpio excepto por un lunático que se dedica a tirar pegamento al pelo de las chicas. Soldados británicos y americanos confraternizan fuera de sus hogares en espera de ser enviados al frente.
Tenemos pequeñas historias, como la del soldado que trabajaba de organillero en un cine y que desea tocar en la gran catedral de Canterbury con éxito.
Son pequeñas historias de gentes sencillas que tienen sueños, ilusiones y ganas de vivir. Destacan escenas de impacto visual. La chica que viaja en un tractor es seguida por tanques de cuyas entrañas salen aprendices de tenorio en busca de una cita. Idea muy ingenios apor cierto.
En la versión estadounidense se cortaron muchas secuencias pero se añadió un flashback en la que el protagonista norteamericano recordaba escenas con su novia (Kim Hunter). Hemos visto la versión inglesa que se distribuyó en Europa y en España.

Salvador Sáinz