ROBOCOP (1987)

Cuando al realizador holandés le enviaron el guión de Robocop le pareció horroroso y lo tiró a la papelera. Afortunadamente su esposa lo recogió, le echó un vistazo y quedó encantada. Y Paul Verhoeven accedió a dirigir la película.
Estamos en Detroit, en un futuro apocalíptico, con bandas de criminales campando a sus anchas. Los policías son asesinados como moscas sin que a nadie le importe excepto a sus compañeros. Por eso una corporación busca la forma de crear un súper policía para hacer frente a tanta delincuencia junta.
Ese argumento podría haber dado pie al clásico panfleto fascista pero no, Verhoeven sabe dotar a la historia de una complejidad mayor. Es la historia de un hombre que ha perdido su identidad y se ha convertido en un monstruo. Sus recuerdos han sido borrados, pero van reapareciendo a medida de que su antigua compañera Karen Allen le reconoce.
La película fue un bombazo inesperado, una de esas películas en las que nadie cree, de las que nadie espera nada y te da la sorpresa. Tuvo un par de secuelas mediocres, olvidables, pero la película original se ha convertido en obra de culto. Uno de esos títulos redondos, bien desarrollados, que la industria de Hollywood ofrece muy de vez en cuando y que sobresale ante la oleada de cine impersonal en la que se ha especializado en las últimas décadas.
El mundo del futuro, actualmente más próximo debido a la crisis, a los corruptos políticos que han llevado a este mundo al desastre financiero y a la abolición del estado del bienestar, es casi ya el presente. En 1987 cuando se presentó en Sitges ese futuro se veía lejano, una fantasía propia de un escritor atormentado pero el tiempo le está dando la razón.
La descomposición el mundo civilizado, del estado social, es ya un hecho y nos lleva a una nueva ley de la selva donde sólo sale triunfante el más fuerte a costa de aniquilar al prójimo sin el menor remordimiento.
En la época de los “indignados” y del movimiento 15-M, Robocop se ve más actual que nunca. Ese futuro apocalíptico ya está a la vuelta de la esquina y los más jóvenes lo padecerán a menos que pongamos remedio.
El filme de Verhoeven nos retoma la ciencia ficción crítica, una ciencia ficción adulta alejada de las batallitas espaciales de George Lucas en la que nuestro presente es criticado mostrando sus posibles consecuencias proyectadas en un futuro aterrador.
Por eso, Robocop se convirtió en un film de culto y no en un espectáculo para frikkies insolidarios. Una gran película que se merece revisar y nos tememos que su remake nos dé una fuerte desilusión.

Salvador Sáinz