LA MOÑOS (1997)

En Cataluña es habitual la expresión “eres más célebre que la Moños”, refiriéndose a una mujer famosa que durante los años veinte y treinta deambulaba por Las Ramblas barcelonesas vestida de forma muy extravagante. Se llamaba Dolores Bonella  Alcázar y fue el personaje mas popular de su época en las calles donde se paseaba cantando pues vivía en la barriada del Raval. En 1940 entró en la Casa de la Caridad pues ya se estaba muriendo, dejando una marca imborrable en la historia de Las Ramblas.
Muchas historias se contaban acerca de La Moños, la mayoría ficticias. Se cree que tuvo un hijo con un miembro de la alta burguesía que murió en un accidente y la dejó embarazada. La familia secuestró a la hija y la dejó sola, al no poderse defender porque la pseudojusticia española y/o catalana sólo defienden los intereses de las clases pudientes la pobre chica se quedó indefensa enloqueciendo cruelmente.
Esta historia fue llevada al cine por la actriz Mireia Ross, película que como es normal en el cine español y sobretodo en el catalán pasó desapercibida, siendo prácticamente ignorada. A nuestros políticos el cine les importa un bledo, sólo les interesa aquellos medios que puedan manipular a su conveniencia para hacer propaganda de sus intereses y privilegios.
Afortunadamente siempre hay cinéfilos que prefieren las pequeñas películas, las más cotidianas y sencillas a los blockbusters hollywoodenses, como es mi caso y que dedican su tiempo a ese cine oculto alejado de las multinacionales y sus mercenarios servidores.
Pues a mí la película me gusta, me parece un trabajo excelente. Mireia Ross recreaa la perfección la Barcelona de los años treinta y anteriores, la juventud y la vejez del personaje central encarnada por dos actrices sensacionales, Julieta Serrano, ya de sobras conocida, y la excelente Eufemia Roman como la Moños joven, aquella que vive un apasionado pero ingenua historia de amor, que es maltratada por unos miembros sin sentimientos de las clases pudientes barcelonesas, la clásica e hipócrita “gente bien”. De cómo personas sin escrúpulos se enriquecen, como el amante de la vedette del teatro donde trabaja Lola (la Moños) o ese pederasta vendedor de chucherías por las Ramblas de la Ciudad Condal.
Una realización sin estridencias, una película bien narrada con buen gusto y bellas imágenes. Una película que debería ser recuperada, no dejar que caiga en el olvido porque cuenta una parte de nuestra historia cuya memoria parece que interesa caiga en el olvido.
Una historia contada a través de la mirada inocente de dos niñas que siguen a la Moños y van rememorando hechos de su pasado. Un pasado que la llevó a la locura y que provoca la diversión de gentes insolidarias que convierten en bufones a las personas indefensas. Gente sin moral ni ética.
Una bella historia de amores contrariados, la lucha de una mujer humilde para sobrevivir. Bonitos temas para un cine que es nuestro, aunque no interese a nuestros descerebrados gobernantes.

Salvador Sáinz