CANTANDO BAJO LA LLUVIA

Para mí Cantando bajo la lluvia es una de las mejores películas de la historia del cine, y para quien suscribe su película favorita.
Elegir cual es la canción de mi vida es tarea compleja porque hay muchas candidatas, como cinéfilo prefiero ser positivo y hablar de lo que me gusta olvidando lo que me disgusta.
La película de Kelly y Donen pertenece a esa clase de títulos que uno ve y reve numerosas veces hasta aprendérsela de memoria.
Película que gana muchos enteros con la versión original, olvidándose del ganjoso doblaje Metro de la época (por cierto doblaron sus canciones en el estreno).
Sus números musicales no eran originales, ya que habían sido previamente utilizados en otras películas. La canción que da título era un foxtrot célebre cantando por Cliff Edwards con su ukelele en The Hollywood Revue (1929)
A los 60 años de estreno Cantando bajo la lluvia conserva toda su vitalidad. .


Cantando bajo la lluvia. Título original: Singin' in the Rain. Año: 1952. Duración: 102 min.País: Estados Unidos. Director: Stanley Donen, Gene Kelly. Guión: Betty Comden, Adolph Green. Música: Nacio Herb Brown, Arthur Freed. Fotografía: Harold Rosson & John Alton. Reparto: Gene Kelly, Donald O'Connor, Debbie Reynolds, Jean Hagen, Millard Mitchell, Cyd Charisse, Rita Moreno, Douglas Fowley, Kathleen Freeman, Snub Pollard. Productora: MGM. Productor: Arthur Freed. Género: Musical. Comedia. Romance | Cine dentro del cine. Años 20. Baile. Sátira

Si hay una película casi perfecta en la Historia del cine (en realidad la película perfecta no existe porque han sido creados por seres humanos y ya se sabe lo que decía Joe Brown “Nadie es perfecto”) Cantando la lluvia es una de ellas.
Es de esas cintas que te dejan huella indeleble y que ves una y otra vez sin cansarte porque tiene algo especial, tiene magia, color, ritmo, música, fantasía. Los actores están todos perfectos desde el bullicioso Donald O’Connor o la patosa villana Jean Hagen. Una villana que en el fondo resulta entrañable y simpática con su torpeza.
Es verdad que muchas situaciones están algo exageradas, ese productor que interpreta  Millard Mitchell está inspirado en Arthur Freed, pero quien ha trabajado en cine sabe que nadie es capaz de provocar un accidente al tirar de un cable sin saber su utilidad. O los diálogos de Lina Lamont (Jean Hagen) cuando rueda su primera secuencia hablada. Pero ya se sabe que el mundo del cine siempre suele exagerar las situaciones en aras de la comicidad.
Los números musicales son maravillosos, aunque son extraídos de otras películas anteriores, aquí adquirieren su verdadera personalidad eclipsando las versiones anteriores.
La costumbre de las películas de Gene Kelly de incluir un gran ballet que resulta ser una película dentro de otra película. Un recurso que ya no se utiliza pero que daba buen juego creando imágenes maravillosas, el baile con la sublime Cyd Charisse  con esos gánsteres homenajes de Scarface, el terror del hampa (1932) de Howard Hawks haciendo el ademán de lanzar la moneda al aire que se hizo célebre en esa película. Las citas cinéfilas propias de Kelly están aseguradas. Sin ir más lejos el chapoteo en el charco del agua hasta aparecer un severo policía para interrumpirlo está inspirado en El cameraman del gran Buste Keaton.
La recreación del cine mudo, las noches de estreno, los rodajes de películas que se parecían las unas a las otras, repitiendo siempre los mismos clichés. Los autores recuerdan nostálgicamente aquella época pero también son críticos, la fábrica de sueños a veces se vuelve rutinaria.
El acoso de los fans a las estrellas, las mentiras que cuentan las revistas de cine gracias a los departamentos de prensa, los viejos vodevil en donde el dúo O’Connor y Kelly cantan la canción  Fit As A Fiddle que es una de mis favoritas.
Hasta los actores de papeles episódicos están estupendos, recordemos a Kathleen Freeman como maestra de dicción antes de convertirse en la matrona predilecta de Jerry Lewis.
En resumidas cuentas, nos encontramos ante un film mágico, imperecedero, que para muchos, entre los que me encuentro, lo consideran la película de su vida. Aquella que nos ha ido acompañando desde la infancia, hasta la plena madurez, y que hemos estado admirando una y otra vez sintiendo gran placer al visionarla.

Salvador Sáinz