DELIRIOS DE GRANDEZA (1971)


DELIRIOS DE GRANDEZA. Título original: La folie des grandeurs. Año 1971. País: Francia, España, Italia, Alemania. Director: Gérard Oury. Reparto: Louis de Funès (Don Salluste de Bazan), Yves Montand (Blaze), Alice Sapritch (Doña Juana), Karin Schubert (La Reina), Alberto de Mendoza (El Rey), Don Jaime de Mora y Aragón (Grande de España), Eduardo Fajardo (Grande de España), Antonio Pica (Grande de España), Joaquín Solís (Grande de España), Venantino Venantini (Del Basto), Gabriele Tinti (Don Cesar), Paul Préboist (El Mudo), Salvatore Borghese (El tuerto), Astrid Frank, Robert Le Béal, Clément Michu, La Polaca (bailarina flamenca), Leopoldo Trieste, Fernando Bilbao, Xan das Bolas, Frank Braña, Fabián Conde, Fernando Hilbeck, Antonio Iranzo, Ricardo Palacios (El cocinero), Jesús Tordesillas, Ángel Álvarez. Guión: Gérard Oury, Danièle Thompson. Música: Michel Polnareff. Fotografía: Henri Decaë. Gaumont International, Mars Film, Coral Films, Orion Filmproduktion. Duración: 85 minutos. Comedia | Siglo XVII

Louis Germain David de Funès de Galarza nació el 31 de julio, 1914, en Courbevoie, Francia. Su padre llamado Carlos Luis de Funes de Galarza, era un importante abogado de Sevilla. Más conocido como Louis de Funès (léase "finé" porque afrancesó su apellido) se convirtió en un importante cómico de la comedia francesa primero en teatro y después en cine aunque su triunfo definitivo le llegó en 1964 con El gendarme de Saint Tropez cuando contaba ya cincuenta años, edad en la que la mayoría de los actores pasan del estrellato al olvido. En su caso fue al revés afortunadamente convirtiéndose en estrella cuando ya todos le daban por fracasado.
Afortunadamente no fue así. Louis de Funès se pasó el resto de su vida como cabeza de cartel atrayendo a públicos de todos los países y compitiendo en plano de igualdad con el todopoderoso cine de Hollywood. Muchos ignoran el origen español del genial cómico, pero es la realidad. De menuda estatura, ademanes histriónicos se convirtió en todo un referente de la comicidad en los años sesenta y setenta. Hablaba un castellano perfecto y, cosa curiosa, el cine español no contó nunca con él.
En 1958 rodó en tierras granadinas Taxi, roulotte et corrida, un título de escasa relevancia y bajo presupuesto donde el gran histrión se lució sorprendiendo su escena bailando sevillanas con el Trío Cervantes de la Puerta del Sol. Repitió con La culpa fue de Eva (1959), desafortunado vehículo al servicio del cómico italiano Totó (curiosamente Louis de Funès era la voz francesa de este popular artista), y tuvimos que esperar a 1971, ya en sus años de gloria, para que tuviésemos la oportunidad de verle en una coproducción hispano francesa .  

Louis de Funès había conseguido uno de sus mayores éxitos con El hombre del Cadillac (1965) interpretando a un villano cómico junto a su buen amigo Bourvil. Desde que accedió al estrellato, la mayoría de los actores que habían trabajado con él en su etapa de secundario le desdeñaron en la nueva situación, le habían ninguneado hasta entonces y nos les hacía ninguna gracia que les trataran como a un igual.  Bourvil era distinto, eran dos colegas que se entendían a las mil maravillas y el director Gerard Oury les quiso unir de nuevo en otra película, La gran juerga (1966), el mayor éxito del cine francés en toda su historia lo que afianzó definitivamente el estrellato de Louis de Funès. En 1971 se les quiso reunir de nuevo con Delirios de grandeza, rodada en España,  pero Bourvil (André Robert Raimbourg) falleció en 1970 y se ofreció su papel a Yves Montand, famoso actor cantante francés que se distinguía por su ideología izquierdista y se negaba a actuar en España mientras viviera el Generalísimo Franco en el poder.
Se le tuvo que convencer y finalmente accedió. Resulta curioso el dato, pero Louis de Funès se había convertido en ídolo en muchos países y fue el único cómico occidental procedente de “países capitalistas” en triunfar en la mismísima Unión Soviética.
El menudo histrión siempre trabajaba con personajes malhumorados, desde niño era fan del pato Donald que en cierto modo le inspiró su mal encarado  rol de gruñón o en este caso con un papel de villano, ambicioso, avaricioso, intrigante y marrullero.
Hay que reconocer que el papel del criado seductor de ese nefasto Grande de España le va que ni pintado a Montand, que resulta más adecuado que el finado Bourvil más atinado en tipos rurales. La película necesitaba un galán de bella estampa y en este sentido el famoso cantante daba el perfil adecuado.
En papeles secundarios nos encontramos a muchos actores del cine español de la época como Jaime de Mora y Aragón, el fenomenal Eduardo Fajardo, La Polaca, Antonio Iranzo, Ricardo palacios que ofrecen excelentes caracterizaciones en sus respectivos personajes.
El apogeo de Louis de Funès estaba llegando a su fin, dos ataques cardíacos en 1975 le hicieron perder fuelle porque su débil corazón no le permitía su frenético ritmo de trabajo y tuvo que espaciar sus interpretaciones hasta su final en 1983 pocos días después de terminar el rodaje de El loco mundo del gendarme. Su falta de salud ralentizó su ritmo de trabajo durante el resto de sus días pero se mantuvo firme como cabeza de cartel hasta su última comedia.

Delirios de grandeza no es un vehículo para el genial actor, es una feroz sátira sobre la corrupción del poder ambientada en la corte española de los llamados Austrias menores. El guión no aclara si estamos ante Felipe III o Felipe IV, ambos acordes con el papel que interpreta el apuesto Alberto de Mendoza. Lo importante es el ambiente de envidias, rencores, usura, robo de la corrupta nobleza española que podría haber sido asimismo francesa o inglesa. Esa mordacidad no la hemos visto en películas españolas más dadas al chovinismo patrio o bien a retorcerse en detalles barriobajeros.
Los Grandes de España (el título original es “La locura de los Grandes”) son unos auténticos malandrines que llegan a parodiar el famoso dicho de los mosqueteros: “Uno para todos, todo para nuestros bolsillos”.
Hay grandes momentos de comedia, sobre todo aquellos que cuenta con el concurso de una cacatúa que debe enviar mensajes de amor a la reina alemana y se los envía a su antipática ama de llaves que se cree que van dirigidas a ella. Los gags están todos muy dosificados y jamás caen en la vulgaridad.
Louis de Funès nos ofrece una interpretación memorable. Una cosa, recomiendo siempre verle en versión original porque doblado pierde mucho pese a que su habitual doblador era un actor con una clase excepcional (Josep María Angelat). Para un actor cómico la voz auténtica es fundamental para comprenderle y apreciarle en su justa medida. El doblaje le despersonaliza y le hace perder su gracia genuina.
Bellas imágenes de Almería, Barcelona, El Escorial, Granada, Madrid, Pedraza, Segovia, Sevilla y Toledo con interiores rodados en los estudios franceses de Franstudio, Saint-Maurice, Val-de-Marne. Dos puntos negativos para esta película. Primero la chirriante banda musical digna de un western spaghetti que ofende a nuestros oídos y segundo la tendencia de la época de añadir “zooms” que molestan a la vista. Todo lo demás me parece excelente.

Salvador Sáinz