LAS CRÓNICAS DE NARNIA:
EL LEÓN, LA BRUJA Y EL ARMARIO (2005)

Clive Staples Lewis (Belfast, Irlanda del Norte, 29 de noviembre de 1898 – Oxford, Inglaterra, 22 de noviembre de 1963), popularmente conocido como C. S. Lewis, es conocido por sus novelas de ficción, especialmente por Las crónicas de Narnia, serie que se compone de los siguientes títulos: El sobrino del mago; El León, la bruja y el armario; El caballo y el muchacho; El príncipe Caspian; La travesía del Viajero del Alba; La silla de plata; La última batalla.
En 2005 la productora de Walt Disney decidió llevarlas de nuevo a la pantalla y estrenó la segunda de las novelas citadas (aunque la primera que se publicó) gracias al concurso de las nuevas tecnologías digitales que permiten recrear un mundo imaginario como el de Narnia. Un mundo que como otros fantásticos lugares son constante en la literatura infantil como el Nuncajamás de James Barrie, Oz de Frank Baum, el País de las Maravillas de Lewis G. Carroll, Liliput y Bradiñac de Jonathan Swift. El estreno de la película enseguida provocó la comparación con el universo Tolkien de El Señor de los Anillos, pero las Tierras Medias nada tienen que ver con Narnia, salvo que sus autores literarios fueran amigos en la vida real.
Narnia es un país imaginario visitado por unos niños de nuestro mundo, fugitivos de la segunda guerra mundial que deben efigiarse en el campo y se encuentran con un armario mágico que les llevan a un mundo diferente.
Las aventuras son bastante tópicas por lo que el éxito de esta producción y sus secuelas ha sido muy moderado pero enseguida ha conquistado a su público infantil al que va dirigida. Las crónicas de Narnia vuelven hablarnos del bien y del mal, de brujas malvadas de una pieza con ambiciones monárquicas y de seres imaginarios como los mitológicos faunos, centauros, leones parlanchines y otra simpática fauna muy disneyana.
Aunque ni su reparto ni su dirección tengan la fuerza de la épica tolkiana dirigida por Peter Jackson, en un tono menor, estas producciones son amenas, divertidas y agradables de ver. El guión es algo obvio: una situación injusta, una profecía en la que unos muchachos salvarán al reino de la maldad, constantes que ya hemos visto en otras películas similares pero que para un público infantil serán siempre novedad.
Sin ser exigentes se pasa un buen rato. Al fin y al cabo las películas de Narnia no pretenden nada más.

Salvador Sáinz