NO DESEARÁS AL VECINO DEL QUINTO (1970)


NO DESEARÁS AL VECINO DEL QUINTO. Año 1970. España. Director. Ramón Fernández. Reparto: Alfredo Landa (Antón Gutiérrez), Jean Sorel (Pedro Andreu), Ira von Fürstenberg (Jacinta), Isabel Garcés (Socorro), Margot Cottens (La madre de Jacinta), Adrián Ortega (Luis - el padre de Jacinta), Annabella Incontrera (Matilde), Guadalupe Muñoz Sampedro (La abuela de Jacinta), Franco Balducci (Fred Corleone), Malisa Longo, Rubens García, Licia Calderón, José Manuel Martín (Taxista), Verónica Luján, María Isbert (Mujer delatora en el tren), Mara Laso, Ángel Menéndez, Beatriz Savón, Álvaro de Luna (Liborio), Venancio Moreno, José Luis Chinchilla (Marido), Emilio Rodríguez (Policía en el tren), Alejandro de Enciso, Pedro Rodríguez de Quevedo (Presentador concurso), Maria Gustafsson (La vecina del quinto), Antonio Cintado (Revisor), David Areu. Guión: Sandro Continenza, Juan José Alonso Millán. Música: Piero Umiliani. Fotografía: Hans Burman. Ízaro Films / Atlántida Films / Fida Cinematografica. Director. 83 minutos. Comedia, landismo.

Uno de los mayores éxitos del cine español, todo un trallazo histórico en taquilla y, al mismo tiempo, uno de los títulos más odiados por críticos e historiadores de cine. En realidad se comprenden ambas posturas. En su día esta película provocaba gran hilaridad. Vivíamos el tardofranquismo, la cultura machista por excelencia, la represión sexual motivada por el Régimen a través de una iglesia que le era fiel o al menos eso pretendían.
Los críticos la odiaban porque es muy casposa. En realidad la película refleja esa sociedad casposa que era real. Las grandes dificultades de ciertos españolitos para tener relaciones sexuales debido a los prejuicios existentes en aquella época. Vista en 2013 puede resultar desfasado pero no, la sociedad española continúa siendo casposa. De la dictadura del generalito hemos pasado a la de los caciques descerebrados actuales. Caciquillos que se disfrazan de demócratas, hipócritas que sólo buscan su beneficio propio, y que han creado una sociedad basada en la mentira.
El franquismo también era corrupto pero al menos no engañaba a nadie. Todos sabíamos lo que era. Sus defectos eran muy evidentes, descarados incluso. En el presente la represión sexual existe todavía aunque se disimule mucho.
Los defectos de la película, que los tiene y muchos, es su machismo. Los homosexuales son presentados como seres ridículos, y sólo se aborda el tema de la represión sexual desde el punto de vista masculino. Las mujeres o son unas frescas, según la película, o son unas represoras.
Toda la trama gira alrededor de dos provincianos, un médico muy guapo (inexpresivo Jean sorel) con una novia guapa (todavía más inexpresiva Ira de Fürstenberg, para más inri la princesa Virginia Carolina Theresa Pancrazia Galdina que se metió en el cine con escasa fortuna) que en doce años de relaciones (¿) sólo juegan al parchís y lo único que han hecho es darse un beso en la mejilla. El otro provinciano es un estilista (Alfredo Landa) que se hace pasar por  gay de lo más afeminado para que las clientas se fíen de él y sus maridos no sientan celos.
En Madrid se montan la juerga padre, madre y viven unas aventuras homéricas de lujuria y sexo (¿). Es decir, la clásica historia del españolito de la época, gélido por fuera y volcánico por dentro.
Si como comedia tiene su gracia, porque pretende hacer reír a tope, y es lo que consiguió en su época con sus situaciones vodevilescas y picantes, por lo que como película “de risa”. En la actualidad se ha convertido en un clásico de la españolada, al público actual le aparecerá una marcianada porque no puede comprender que haya existido una sociedad tan paleta como aquella. Pero lo malo es que en 2013 todavía vivimos en un país de marcianos y paletos.
La comedia que nos ocupa es un ejemplo de lo que hace tiempo era considerado gracioso a base de situaciones esperpénticas, interpretaciones desaforadas, gente que habla a grito pelado como si se hubiera escapado de un psiquiátrico y lo que subyace unos personajes con ganas de tener un revolcón de tanto en tanto. Pero al parecer en aquel tiempo sólo deseaban los revolcones los miembros del sexo masculino porque las del género femenino sólo pensaban en el altar. En fin, como documento sociológico, No desearás al vecino del quinto es impagable.

Salvador Sáinz