AMANTES DE ULTRATUMBA (1965)


AMANTES DE ULTRATUMBA. Título original: Amanti d'oltretomba (Nightmare Castle). Año: 1965. País: Italia. Director: Mario Caiano. Reparto: Barbara Steele (Muriel Arrowsmith / Jenny Arrowsmith), Paul Muller (Dr. Stephen Arrowsmith), Helga Liné (Solange), Marino Masé (Dr. Dereck Joyce), Giuseppe Addobbati (Jonathan), Rik Battaglia (David). Guión: Mario Caiano, Fabio De Agostini. Música: Ennio Morricone. Fotografía: Enzo Barboni. Cinematografica Emmeci. Duración: 104 minutos. Terror, Sobrenatural


Mucho se critica que Barbara Steele echara pestes de sus películas en las que fue encasillada. A ningún actor que se precie le interesa ni le gusta el encasillamiento pero es por inercia que cada vez que un actor o actriz triunfa en un papel se ve forzado a repetirlo el resto de su carrera.
Amantes de ultratumba es pues lo que podríamos denominar una película subsidiaria realizada para aprovechar el éxito de otra película, en este caso La máscara del demonio, cuyo argumento no tiene nada que ver con el actual, y está realizada a base de clichés.
La película hubiera resultado perfecta de no ser por su falta de ritmo. Le sobran más de un cuarto de hora para que quede redonda. Barbara Steele y Helga Liné están estupendas en sus respectivos personajes. La primera en un doble papel.
Rodada con pocos medios, rodaje rápido y precipitado en cambio se puede disfrutar de una atmósfera gótica interesante que provoca simpatía y resulta grata de ver. Es sin ninguna duda un filme menor como casi toda la filmografía de Mario Caiano que se dedicó a rodar cine de género sin despeinarse y siempre siguiendo las modas del momento.
Caiano nunca se complicó la vida y resolvió la papeleta con verdadera profesionalidad. La música de Ennio Morricone es muy bella pero muchas veces roba el protagonismo de la película a la historia en sí.
El filme de Caiano queda como una obrita agradable, simpática, carente de pretensiones y de discreta factura. De no ser por Barbara Steele ya estaría olvidada, pero los profundos ojos de nuestra musa traspasan la pantalla e hipnotizan al espectador que se queda fascinado por su personalidad. Es lástima que el cine italiano no le sacara mejor partido, ni tampoco el de los países anglosajones como Reino Unido que contó muy pocas veces con su inimitable presencia.

Salvador Sáinz