LOS PARAGUAS DE CHERBURGO (1964)

Tras algunos papeles insignificantes en películas insignificantes, la rubia Catherine Deneuve, hermana de Françoise Dorleac, alcanzó el estrellato con este musical al estilo francés, un filme operístico con diálogos cantados y una melancólica historia de amor frustrado.
Catherine se convirtió rápidamente en el icono por excelencia del cine galo, desbancando a la gran estrella por antonomasia Brigitte Bardot, bellísima mujer pero mediocre actriz. La Deneuve era y es toda una joya. Una actriz todoterreno capaz de interpretar cualquier papel, muy versátil y muy apta para convertirse en la gran musa del cine internacional.
Los paraguas de Cherburgo es una original aportación de Jacques Demy, director a la americana, amante del cine de Hollywood y del musical estadounidense. Una película romántica, bella y sensible sobre una historia de amores contrariados en la que el destino impide que dos jóvenes puedan unir sus vidas. La fatalidad entra en sus vidas, las circunstancias les son adversas. Problemas económicos en caso de la chica, el alistamiento forzoso en caso del chico, enviado a luchar a la guerra de Argelia para defender intereses que le son ajenos.
Destaca la música de Michel Legrand sobretodo las cosas, los parajes del puerto marítimo de Cheburgo y un uso impactante del color de gran brillantez y fuertes tonalidades.
Catherine Deneuve nos sedujo con su mirada melancólica y dulce, la sensible expresión de su mirada la convirtieron rápidamente en la gran musa del cine galo.
Jacques Demy nos cuenta una historia triste, un amor sin futuro, marcado por la fatalidad. Los problemas de tipo económico, el secuestro por parte del estado de la vida del muchacho durante dos años apartándole de su vida civil y de los brazos de su amada.
La música la convierte en una especie de ópera moderna en que la tragedia no llega  la muerte de los personajes principales, tal como suele ocurrir en las óperas tradicionales, sino a la frustración de un bello amor juvenil.
La historia es triste, tierna, sencilla y dulce. Una historia que seduce desde el inicio con una cuidada planificación y un depurado uso del color, muy propio del cine de Jacques Demy. Catherine es el centro de la película, es su alma. Su carisma era único, su belleza entrañable.
A pesar del tiempo transcurrido, Los paraguas de Cherburgo conservan su belleza. Una de las mejores películas rodadas más allá de los Pirineos que deja huella en el espectador y que nos cautiva con sus imágenes melancólicas.

Salvador Sáinz