Ljudmila Mijailivna Pavlichenko (12 de julio de 1916, Ucrania - 10 de octubre de 1974) fue una francotiradora del Ejército Rojo que combatió en el Frente Oriental de la Segunda Guerra Mundial. Su total de muertes confirmadas durante la Segunda Guerra Mundial fue de 309, incluyendo a 36 francotiradores enemigos. Luchó en el cerco de Odessa (recordemos El acorazado Potemkin) y Sebastopol, una ciudad portuaria ubicada en la península de Crimea, la más poblada de toda la península con 344 144 habitantes. En ella se encuentra la base de la Flota del Mar Negro de la Armada de Rusia.
Herida en el frente tras matar a 309 alemanes, el gobierno soviético la envió a realizar una gira por Canadá y Estados Unidos, siendo recibida por el presidente Franklin Delano Roosevelt en a Casa Blanca convirtiéndose en el primer ciudadano soviético en recibir tal honor. Su madre era profesora de lengua inglesa en Kiev por lo que su dominio de la lengua era muy fluido. La prensa estadounidense la apodó “la Dama de la Muerte” porque se creía incompatible el oficio de francotirador con la condición de mujer.
Eleanor Roosevelt, la Primera Dama, quedó tan impresionada que la invitó unos días a la Casa Blanca para conocerla mejor convirtiéndose en amigas. El cantautor Woody Guthrie le dedicó una famosa canción Miss Pavlichenko.
La francotiradora, al quedar incapacitada para el servicio, se convirtió en instructora de nuevos francotiradores llegando al grado de comandante y siendo condecorada con la Orden de Lenin y nombrada Héroe de la Unión Soviética.
La película que nos ocupa tiene un título engañoso, se habla de la batalla por Sebastopol cuando en realidad estamos ante una biografía de la famosa francotiradora y su reflexión sobre la condición femenina.
Poca épica tenemos en esta cinta aunque su realización es más que correcta. Yuliya Peresild interpreta a la perfección su personaje. No tiene la altura de Enemigo a las puertas sobre el sitio de Stalingrado, pero se deja ver sin esfuerzo y con bastante simpatía.
En España han llegado numerosas películas sobre la Segunda Guerra Mundial de producción estadounidense, claro ejemplo de cine propaganda tratando de demostrar que la contienda la ganó los Estados Unidos cuando en realidad fue la Unión Soviética, el llamado Ejército Rojo, quién doblegó la bota nazi mal nos pese y nos guste o disguste el régimen político.
En la época napoleónica no había comunistas y ocurrió prácticamente lo mismo. Una gran armada imperialista se adentró en un vasto territorio con la política de tierra quemada por la cual se mató al invasor por hambre. Recordemos cualquier versión de Guerra y Paz que ilustra a la perfección dicha situación.
La Guerra Sagrada contra el alemán teutón fue particularmente dura y no es de extrañar la aparición de francotiradores que mataban a sangre fría. En la actualidad nos parecerá horrible esta situación pero una guerra es siempre dura, sobretodo si en ella fueron asesinados 17.139.600 compatriotas entre el campo de batalla, bombarderos o matanzas a sangre fría. Una herida profunda muy difícil de cicatrizar.
Las guerras provocan traumas y quien la ha vivido las recuerda toda la vida, como ese abuelito Cebolleta de los cómics que siempre contaba sus historias que a todos aburrían por reincidentes y repetitivas.
Salvador Sáinz
