ZATOICHI (2003)

Zatoichi es ya un personaje extremadamente popular en el cine japonés: The Tale of Zatoichi (1962), The Tale of Zatoichi Continues  (1962), New Tale of Zatoichi (1963), Zatoichi The Fugitive (1963), Zatoichi on the Road (1963), Zatoichi and the Chest of Gold (1964), Zatoichi's Flashing Sword (1964), Fight, Zatoichi, Fight (1964), Adventures of Zatoichi (1964), Zatoichi's Revenge (1965), Zatoichi and the Doomed Man (1965), Zatoichi and the Chess Expert (1965), Zatoichi's Vengeance (1966), Zatoichi's Pilgrimage (1966), Zatoichi's Cane Sword (1967), Zatoichi the Outlaw (1967), Zatoichi Challenged (1967), Zatoichi and the Fugitives (1968), Samaritan Zatoichi (1968), Zatoichi and Yojimbo (1970), Zatoichi, The Festival Of Fire (1970), Zatoichi Meets the One Armed Swordsman (1971), Zatoichi at Large (1972), Zatoichi in Desperation (1972), Zatoichi's Conspiracy (1973), Zatoichi the Blind Swordsman (1989).
Al polifacético cineasta Takeshi Kitano le fue ofrecida un remake de este personaje, de sus primeras aventuras, y sin dudarlo aceptó siempre y cuando pudiera darle su toque personal.
Así nos encontramos ante un relato lleno de humor ambientado en el Japón, aún feudal, del siglo XIX en medio de la inevitable guerra de clanes para controlar los tributos de una población. Esa guerra de clanes cuenta con un paladín, un asesino experimentado que ejerce dicho oficio para dar de comer a su esposa enferma. Es curiosa la forma en que Kitano  presenta al antagonista, no como un villano maniqueo, sino como un pobre hombre, dotado con gran habilidad en la espada, que asesina por necesidades económicas.
Paralelamente conocemos otros personajes no menos singulares. Un par de geishas que en realidad son dos hermanos, un chico y una chica, cuya familia fue masacrada por un clan de asesinos y que llevan una década durmiendo por los caminos buscando venganza y dando muerte a los responsables de su situación.
El personaje de la geisha travestida es aún más curioso. Un joven que se siente a gusto con la ropa femenina y que no desea ponerse de ningún modo la masculina.
Por último tenemos el personaje de Zatoichi, el espadachín ciego, jugador a los dados, cuya ceguera le permite distinguir los sonidos con mayor exactitud.
Para remate la secuencia que cierra la película, un gran baile de claqué japonés. Un final realmente insólito.
Nos encontramos ante un eastern, un western oriental,  con todos los elementos típicos del género pero rehuyendo todo maniqueísmo esquemático.
La película de Kitano obtuvo un sonado éxito no sólo en Japón sino en todo el mundo, convirtiéndose en todo un clásico del cine de samuráis y espadachines.

Salvador Sáinz