EL ÚLTIMO TANGO EN PARIS (1972)

Nos encontramos ante una película mitificada por motivaciones extra cinematográficas. El erotismo de la película de Bertolucci, que en la actualidad no sonroja a nadie, fue en su día piedra de escándalo. La impagable publicidad que le dieron las rasgaduras de vestiduras provocó que millares de españoles acudieran en masa a los cines de Biarritz o Perpiñán en excursión, ya que en aquel tiempo la dictadura, que vivía sus últimos años, la había prohibido.
Como el escándalo fue monumental, los españoles creyeron que en la película había más carnaza de lo que en realidad existe. Así que el negocio fue redondo. Las excursiones se multiplicaron creándose un fabuloso negocio gracias a la represión.
El tiempo ha dejado las cosas en su sitio. Ni es un escándalo, ni siquiera una obra redonda. Eso sí, una buena película pero no lo mejor de Bernardo Bertolucci.


El último tango en París. Título original: The Last Tango in Paris. Año de producción: 1972. País: Francia, Italia. Dirección: Bernardo Bertolucci. Intérpretes: Marlon Brando, Maria Schneider, Jean-Pierre Léaud, Massimo Girotti,Maria Michi, Giovanna Galleti, Gitt Magrini, Catherine Allégret, Luce Marquand. Guión: Bernardo Bertolucci, Franco Arcalli. Música: Gato Barbieri. Fotografía: Vittorio Storaro
Distribuye en DVD: Fox. Duración: 125 min. Público apropiado: Adultos. Género: Drama. Extras DVD: Español e inglés mono.

 

A este Último Tango le perjudica su fama de escándalo. No hay para tanto visto lo que tiempo después se ha estrenado. Queda un llamado filme de autor, una crónica amargada de la desesperación humana. Un hombre maduro que acaba de enviudar y que no ve salida a su futuro se encuentra por causalidad en un apartamento y una joven que tiene un novio cinéfilo hasta la exageración.
Encuentran una relación carnal sin compromisos, sin ataduras. No conocen siquiera el nombre de su amante.
Ambos buscarán refugio en el sexo, un intento de olvidar sus respectivas miserias.
María Schneider saltó a la fama por esta película pero, por desgracia, quedó marcada por su papel que destrozó por completo su carrera al ser identificada exclusivamente por su personaje. Para Marlon Brando fue un intento (fallido) de recuperar su carrera ya en declive pese al Oscar de El Padrino. Una serie de circunstancias le fueron hundiendo hasta convertirse en una sombra de sí mismo.
La pareja no está unida por el amor ni por la pasión sino por el hastío de sus respectivas existencias.
Por otra parte tenemos el contrapunto del novio cinéfilo de la chica, Jean-Pierre Léaud, el actor fetiche de François Truffaut. Un personaje egocéntrico, demasiado caricaturesco para ser tomado en serio.
Bernardo Bertolucci ha rodado películas mejores que ésta, El último emperador por ejemplo, una película que sí fue redonda. El éxito comercial de El último tango en París le ha convertido en un icono popular. Un título copiado y parodiado.
Queda como un excelente reflejo de una generación que se sentía frustrada y que deseaba romper sus ligaduras con un pasado excesivamente conservador. Una vida sin futuro, sin salida.
Pero el sexo no lo es todo y tratarán de escapar de él sin conseguirlo. Unas ataduras crean otras.
Las escenas eróticas fueron rodadas con buen gusto, sin caer en lo ordinario como es habitual en numerosas producciones de la época. Desnudada de su porno fama, esta cinta de Bertolucci queda como lo que es. Una reflexión de la época que les ha tocado vivir. Una crónica sobre la desesperación y la huida hacia la nada.

Salvador Sáinz