DJANGO DESENCADENADO (2012)


DJANGO DESENCADENADO. Título original: Django unchained. Año: 2012. País: USA. Dirección y guion: Quentin Tarantino. Interpretación: Jamie Foxx (Django), Christoph Waltz (Dr. King Schultz), Leonardo DiCaprio (Calvin Candie), Kerry Washington (Brommhilda), Samuel L. Jackson (Stephen), Walton Goggins (Billy Crash), Dennis Christopher (Leonide Moguy), Don Johnson (Big Daddy), James Remar (Butch Pooch / Ace Speck), James Russo (Dicky Speck), Franco Nero (Amerigo), Don Stroud (Sheriff Bill Sharp), Russ Tamblyn (Son of a Gunfighter), Amber Tamblyn (hija de Son of a Gunfighter), Bruce Dern (Viejo Carrucan), Quentin Tarantino (empleado de LeQuint Dickey Mining Co). Producción: Pilar Savone, Stacey Sher y Reginald Hudlin. Fotografía: Robert Richardson. Montaje: Fred Raskin. Diseño de producción: J. Michael Riva. Vestuario: Sharen Davis. Distribuidora: Sony Pictures Releasing de España. Estreno en USA: 25 Diciembre 2012. Estreno en España: 18 Enero 2013. Duración: 165 minutos. Género: Western.

Quentin Tarantino es uno de los directores predilectos del público actual, aunque también sea acreedor de numerosas fobias. Sin embargo para hablar de una película siempre hay que verla primero y no dejarse influir por los títulos que anteriormente haya rodado el cineasta  que firme como autor. En 1966 Django se ganó las simpatías del público, su protagonista entonces inexpresivo y en la actualidad excelente actor era Franco Nero, a quien vemos en un papel episódico en la presente película de Quentin Tarantino.
De los cineastas que se hicieron famosos durante la oleada de westerns europeos o spaghettis, sobresalieron lo que podríamos denominar “los tres Sergios” que son Sergio Leone (el más famoso de los tres), Sergio Sollima y mi preferido de los tres, Sergio Corbucci, el más original y al mismo tiempo autor de una filmografía más personal. Recordemos El gran silencio por ejemplo.
Quentin Tarantino pretende crear un homenaje al western creado en Europa que daba una imagen distinta del lejano oeste con poblados polvorientos o llenos de fango, cowboys sucios, pistoleros que se dedicaban a ganar dinero asesinando fugitivos y ganaban dinero con ello. Los héroes de John Ford nunca disparaban por la espalda, ni mataban mujeres, eran idealistas puros. En el western europeo los antihéroes eran a veces auténticos rufianes preocupados sólo por el dinero.
Django (Jamie Foxx) es el nombre de un esclavo negro que se ve involucrado en esta aventura, es un personaje de ideales más nobles. Al fin y al cabo sus motivaciones son estrictamente familiares, recuperar a su esposa negra (Kerry Washington) que fue vendida a un esclavista (Leonardo DiCaprio) sin escrúpulos que se dedica a organizar peleas de mandingas asesorado por un Iscariote negro (genial Samuel L. Jackson).
Tarantino muestra las miserias del racismo y de la esclavitud, aunque Spike Lee la considera tibia en este campo. Su argumento está ubicado dos años antes de la Guerra de Secesión, que dividió los Estados Unidos en dos y llenó sus campos de sangre y cadáveres. Los personajes centrales no se mueven por idealismos, no son seres puros. Matan por dinero, no dudan en disparar a sus enemigos a sangre fría si con ellos se ganan unos dólares.
Hay dos secuencias que no me agradan. Una porque detiene la acción. Es tras su actuación en la plantación de Big Daddy (Don Johnson), cuando éste y sus secuaces tratan de asesinar a Django y su amigo alemán. La acción se detiene para una estúpida disquisición sobre los sacos con que se cubren la cabeza. Una escena que rompe el ritmo de la cinta y provoca desconcierto. Otra la tarantinada de rigor, un sangriento duelo a pistola en la que Django asesina a placer con profusión de ridículos efectos especiales.
Hecha esta salvedad nos queda por disfrutar el aroma del viejo Oeste, no del legendario que popularizó el cine de Hollywood, sino los modestos productos europeos rodados con presupuestos menguados. Un western alternativo, que intentó dar una imagen realista a las antiguas cintas de cowboys y pistoleros. Recordemos que en los años sesenta, esos westerns llegaron a triunfar no sólo en Europa sino en los mismísimos Estados Unidos y que los cineastas que les sucedieron a los grandes clásicos terminaron por copiarlos. Las películas del Oeste nunca más fueron las mismas gracias a la música de Ennio Morricone, una planificación copiada del cine japonés y a la profusión de poblados polvorientos repletos de mugre y suciedad.
Un Oeste repleto de caciques que dominaban los poblados con sus terribles pistoleros, asesinos a sueldo, chulos y desdichados.
Como es habitual en Tarantino, y eso no se lo reprocho, aparecen numerosos cameos de antiguas glorias hollywoodenses en papeles casi desconocidos.

Salvador Sáinz