LOS PITUFOS 2 (2013)

Cuando se estrenó la primera entrega de las nuevas aventuras de Los pitufos el público se llevó una gran sorpresa, nadie esperaba nada. Nadie apostó un céntimo por su calidad pero no fue así, nos encontramos ante una pequeña sorpresa. Desde luego no estamos ante ninguna obra maestra ni lo pretende ser, sino de un pequeño film simpático, agradable y nada desdeñable.
La segunda parte es más de lo mismo. El histrionismo de Hank Azaria como el malvado pero atribulado Gargamel llena toda la pantalla con sus excesos interpretativos. Se trata de un actor que lo da todo de sí. Es todo un espectáculo.
La novedad argumental de este díptico pitufo radica en que cambia la ambientación, una gran ciudad moderna como Nueva York o París en vez de un perdido poblado mágico situado en la Edad Media. Así los conocimos en La flauta de los Pitufos (1976), aventura protagonizada por Johan y Pirlouit que en la actualidad han caído en un semi olvido.
El éxito de sus aventuras en el comic original les hizo acreedores de serie propia que posteriormente pasaron a la televisión y al cine. Al adaptarse a la gran pantalla por la pesada maquinaria de Hollywood nos temimos lo peor, pero no fue así.
Los nuevos pitufos vivían unas aventuras frescas, agradables y simpáticas.
En esta segunda entrega nos encontramos a otros personajes diminutos, los malotes, hermanos de Pitufina, lo que da pie a un discurso sobre la identidad humana. No importa de dónde se proceda, sino quien quieres ser.
En otras palabras, este discurso se plica por partida doble al protagonista humano que rechaza el amor de su padrastro porque no es el padre natural que le abandonó de niño y la identidad de Pitufina, creada por Gargamel para desestabilizar la aldea pitufa, y su fidelidad a sus nuevos compañeros. De hecho los nuevos gnomos no son tan malos como parecen, algo completamente predecible dada la línea argumental amable de la cinta que nos ocupa. Es algo así como el discurso que hemos escuchado ciento de veces, uno no es de donde nace sino de donde pace. Tu patria no es el lugar donde has nacido, un hecho totalmente accidental, sino la que te da de comer y deja que desarrolles tu vida con total normalidad. Una bella metáfora aplicada a un cuento infantil.

Salvador Sáinz