EL LLANERO SOLITARIO (2013)

El llanero solitario era un personaje célebre en los primeros años de la televisión. Unos telefilmes forzosamente modestos que, sin embargo, en algunas ocasiones se vieron en pantalla grande en los cines españoles siempre en sesiones infantiles. No eran gran cosa pero en cierta forma cumplían con sus objetivos sin caer en extremos desagradables. Una serie muy ingenua que pasó también al mundo del cómic.
En una época que el Hollywood actual carece de ideas se recurre a desempolvar los éxitos de antaño pero, eso sí, en formato lujoso y con el equipo que hizo posible la serie Piratas del Caribe. En producción nos encontramos a la Walt Disney, una productora dedicada al cine familiar que presenta no pocas contradicciones.
Por ejemplo se considera indecoroso mostrar parte de la anatomía humana, tanto masculina como femenina, porque ofende a la moral pública y sin embargo se nos muestran escenas de una violencia inusitada como es la muerte de un grupo de rangers y el ensañanamiento que su sufre su jefe, hermano del protagonista.
Es curiosa esta contradicción pero ya habitual en nuestra hipócrita cultura.
La fórmula no presenta nada nuevo. Una vez más la historia del justiciero enmascarado como es el caso de El zorro o el coyote. Personajes con mayor calado que el que nos ocupa aunque este llanero solitario se ha convertido en un icono para los públicos de gente menuda.
La película de Gore Verbinski, un blockbuster  repleto de acción y efectos especiales, aunque en honor a la verdad le debemos agradecer que no abuse de los mismos, cumple sus expectativas aunque no haya agradado a la crítica. Un dato completamente irrelevante. La mayoría de los clásicos cinematográficos, sobre todo los relativos a cine de género, fueron machacados en su día por los críticos más implacables de la prensa estadounidense y en la actualidad son consideradas grandes películas mientras que sus detractores han pasado al desdichado mundo del olvido.
Las escenas de persecuciones, caídas, puñetazos, lances y cabalgadas están muy bien resueltas aunque en algunas ocasiones son excesivas y complicadas de seguir. El personaje de Toro (Tonto) es demasiado caricaturesco. En las versiones originales  estaba muy poco matizado, era grisáceo. Pero al correr con el personaje Johnny Depp, que se apunta a todo, se le ha dado una dimensión mucho más profunda y una mayor identidad. Todo está bien calculado y nada se deja a la improvisación. Un espectáculo quizá demasiado largo pero que atraerá al público familiar y sobre todo al infantil ya que a fin de cuentas es quien paga la entrada y mantiene a esta industria que en caso contrario desaparecería completamente de la faz de la tierra. El cine, mientras sea un buen negocio, tendrá su supervivencia asegurada si la taquilla suena como es debido.

Salvador Sáinz