NOS VEREMOS EN EL INFIERNO (2013)


NOS VEREMOS EN EL INFIERNO. Año: 2013. País: España. Director: Martín Garrido Barón- Reparto: Raúl Prieto, Valentín Paredes, Tony Isbert, Ruth Díaz, Esther Collado, Juanito Navarro, Martín Garrido Ramis, Beatriz Baron. Guión: Martín Garrido Ramis. Música: Antonio Camari, Artiz Villodas. Fotografía: Nono Muñoz. Alfredo Contreras, Cañavate Films. Duración 110 minutos. Thriller.

Nos encontramos ante una producción independiente de un cineasta al que podríamos calificar como francotirador por rodar su obra al margen de los grandes circuitos comerciales.  Según notas de prensa: Martín Garrido Barón nació en Barcelona en 1982, este joven director ha crecido en Mallorca rodeado del halo místico artístico que convierte a la isla en refugio de bohemios. Se formó en escuelas de pintura donde adquirió un concepto muy vanguardista de la composición, las posibilidades cromáticas y la plasticidad de la imagen. Con tan sólo 9 años empezó a pintar, y a los 17 ya expuso su primera obra en una galería, lo que le convierte casi en un prodigio de la imagen.
Es hijo del actor, guionista y director Martín Garrido Ramis que trabajó en películas como La Coquito y Acosada de Sebastián D’Arbo, afincándose en Mallorca en donde rodó diversos filmes independientes como Mordiendo la vida y Héroes de cartón entre otras, y de la actriz Beatriz Barón que también ha colaborado en los filmes citados.
El clan Garrido siempre se ha distinguido por ofrecernos un cine personal y distinto. Es decir que no siguen las directrices de las películas que habitualmente consideramos comercial, de simple entretenimiento, que siguen una moda  de forma mimética convirtiendo la visión de películas en un ejercicio monótono y rutinario. Al contrario buscan argumentos novedosos y tratamientos atípicos que se salen de los caminos trillados del banal cine comercial.

Lo que distingue Nos veremos en el infierno no es sólo su argumento, sino su tratamiento. El cine comercial suele ofrecernos un cine de montaje ultrarápido que imposibilita muchas veces el visionado y la reflexión de la película. Al cabo de un par de semanas, quizá menos, las películas de reciente producción suelen diluirse en la memoria olvidándonos de todo su contenido.
Por lo que respecta al cine patrio generalmente se decanta por el frikismo con tramas absurdas que giran alrededor de personajes extravagantes y generalmente descerebrados.
Por el contrario, la película que nos ocupa, se centra en el desarrollo psicológico de sus personajes. Una cinta intimista a pesar de su truculenta trama. Unos asesinos despiadados que actúan siempre en función de intereses económicos ruines pero al mismo tiempo con un afán justiciero dentro de una ideología ultra conservadora.
La escena del asesinato de la novia del hijo es atroz, angustiante.
Garrido sabe dibujar con precisión sus personajes, el padre, el hijo. Las tres chicas que se relacionan con el hijo son una buena muestra de lo que podríamos denominar machismo femenino, es decir mujeres enamoradas de hombres quelas desprecian, las utilizan y finalmente les dan muerte. El protagonista asesina una de sus novias y al cabo de escasos segundos ya tiene otra. Algo que irónicamente suele pasar en la vida real, véase la hemeroteca las noticias de hombres acusados de asesinar a sus esposas brutalmente y al cabo de breve espacio de tiempo ya tienen otra pareja aunque estén en la cárcel. Pues como dice una de ellas “me gustan los chicos malos”.
Lo que menos me gusta es la parte final que no voy a revelar para no hacer la pascua a la productora, porque lo encuentro algo moralizante. El crimen siempre se paga… en el extranjero quizá sí pero en España ya se sabe que la justicia brilla por su ausencia.
Nos veremos en el infierno tiene un desarrollo pausado, distendido, lento porque se centra en la construcción de los personajes y en el trabajo actoral de Raúl Prieto y Valentín Paredes que bordan sus respectivos personajes. Además tenemos la oportunidad de recuperar rostros que creíamos pedidos como el de Toni Isbert y Juanito Navarro, en un papel distinto a los habituales, en su aparición final ante las cámaras.
Una cinta independiente, sincera, distinta. Una buena prueba de que se puede rodar cine interesante con presupuestos holgados y que cualquier entorno es bueno si se rueda con convicción, pasión por el cine, y mucha entrega. Una película que se merece que se le dé una oportunidad, al menos por su empeño de rodar algo distinto a lo habitual.

Salvador Sáinz