HÉRCULES (2014)

Heracles (en griego antiguo Ἡρακλῆς, Hēraklḗs, del nombre de la diosa Hera, y kleos: ‘gloria’ es decir ‘gloria de Hera’) o Hércules es un héroe de la mitología griega. Era considerado hijo de Zeus y Alcmena, una reina mortal, hijo adoptivo de Anfitrión y bisnieto de Perseo por la línea materna. Recibió al nacer el nombre de Alceo o Alcides, en honor a su abuelo Alceo (Ἀλκαῖος, Alkaios); si bien esta misma palabra evoca la idea de fortaleza (griego άλκή). Fue en su edad adulta cuando recibió el nombre con que se lo conoce, impuesto por Apolo, a través de la Pitia, para indicar su condición de servidor de la diosa Hera.
Su filmografía es larga, en cine sus aventuras llegaron a interesar y en los años cincuenta Pietro Francisci con Steve Reeves  triunfaron espectacularmente iniciándose la moda del péplum. Pero las comparaciones son además de odiosas improcedentes.
El Hércules actual de Brett Ratner con Dwayne Johnson poco tienen que ver. Los efectos especiales de los antiguos estudios italianos eran de cartón piedra y según el presupuesto de la película eran encomiables o deleznables. Los actuales son mucho más sólidos. En vez de cartón piedra tenemos el chroma key, la pantalla verde y las imágenes digitales. No hay color en la comparación.
Pero en otros aspectos se ha perdido. La descripción de personajes es más débil. La versión de Francisci era entrañable la de Ratner no. Es un filme que ves y olvidas porque no se retiene en tu memoria.
No es nula de ningún modo. Es un espectáculo divertido, ameno, que se ve sin ningún esfuerzo y te hace pasar un buen rato. Lo mejor es el personaje de la amazona que encarna la noruega Ingrid Bolsø Berdal, aunque es una atracción digamos personal. Todo está bien contado. El guión es simple y tópico, un argumento trillado. Unos mercenarios son contratados por un poder que les paga bien pero luego resultan la elección equivocada. Os podría hablar de Los profesionales de Richard Brook que tiene el mismo argumento pero ambientado en el Oeste. Cambia el marco pero no la línea argumental. Todo es previsible y escasamente personal.
Sin pedirle peras al olmo no estamos ante un peliculón pero sí ante una peliculita agradable y divertida.

Salvador Sáinz