Cuando repaso los títulos comentados en este Diario de Cine me encuentro con muchos títulos obsoletos. Es decir, los ves y los olvidas. A veces olvidas el argumento de la película y en otras ocasiones que la has visto o se borre de mi memoria su mera existencia. Eso no me pasa con todas las películas, muchas las recuerdo perfectamente incluso en el caso de que las haya visto hace mucho tiempo.
Recuerdo películas de mi infancia y olvido otras que he visto hace una semana. Eso es natural porque muchos títulos no me llegan. No consiguen interesarme lo suficiente para que las recuerde. Me dejan frío.
El anterior trabajo de Agustí Villaronga, el famoso Pa Negre, obtuvo muchos goyas con polémica incluida y es un relato más o menos interesante. El que nos ocupa también lo es pero al parecer no puede ser utlizado políticamente por lo que su difusión ha sido muy restringida en España.
Villaronga propone un retrato de la Cuba actual, un país caribeño que nos es presentado como un infierno por la derecha y un paraíso por la izquierda. En realidad Cuba no es ni una cosa ni otra. Es una tierra que ha sobrevivido por la tozudez de sus gobernantes y del pueblo que les ha seguido, que han soportado un duro, cruel e inhumano embargo a causa de su ideología. Por eso lo cubano siempre se ve con cierta simpatía y comprensión.
Pero Villaronga busca un retrato mucho más real, ni lo uno ni lo otro. La vida en esta isla caribeña es dura y desquiciada. Por eso este proyecto se ha visto con muy pocas simpatías. Lástima, se merece al menos que se le dé una oportunidad.
El rey de la Habana se centra en lo que podríamos llamar “hijos de la calle”, esos desafortunados seres sin oficio ni beneficio que sólo aspiran a sobrevivir como pueden. La novedad es que la acción está ubicada en un país comunista que sufre un bloqueo económico impuesto por los Estados Unidos. Un país que en nuestros lares se ha mitificado en exceso. Tiene sus virtudes y sus defectos, como cualquier otro país de este mundo. La Cuba castrista, no es un país del primer mundo. Una realidad dura y triste.
Los personajes que centran esta historia luchan por sobrevivir en situaciones adversas. La película es dura, poco complaciente y se hubiera merecido mejor atención.
Salvador Sáinz
