Un tsunami está llamado a arrasar las taquillas mundiales. No es de extrañar que cada año salgan algunas películas que interesen más que las demás, pero lo que más me ha alegrado este otoño es que tras el triunfo arrollador de una película española, Las aventuras de Jack Jones, la cinta llamada a sucederle en ranking es de nuestra misma nacionalidad. Tras el éxito, merecido, de El orfanato, Lo imposible es la nueva aportación de J. A. Bayona cuya carrera está creando muchas expectativas y vamos a seguir con mucho interés.
Nos encontramos con la clásica familia que va a celebrar la Navidad en un complejo turístico de Tailandia en que dichas fechas caen en pleno verano. Como suele pasar en dichas cintas los directores se gastan mucho metraje en presentarnos los personajes y ponernos en situación. En cambio Bayona es muy conciso, mediante las elipsis se salta muchos metros de película para que la paz de la familia pequeño burguesa con sus problemas cotidianos se vea trastornada por los crueles avatares de la naturaleza. Un tsunami arrasa la costa y la familia se dispersa arrastrada por las aguas en medio de un hedor de muerte.
Lo mejor de la película en que los efectos especiales muy bien logrados pasan desapercibidos porque la trama gira alrededor del argumento. Es decir, los efectos especiales están creados en función del argumento y de la película, no se construye la película alrededor de dichos efectos como ocurre con la mayoría de las cintas que vienen de Hollywood.
Se nota que a pesar de haber sido rodada con medios hollywoodenses la mentalidad de la película sigue siendo europea, rodada en Alicante, Barcelona, Madrid, Tailandia y la mayor parte en la Ciudad de la Luz (Alicante), un detalle que evidencia la diferencia creativa de un lado al otro del Atlántico. Si en los Estados Unidos lo más importantes son los efectos y la vacua espectacularidad, en Europa lo que más interesa es la humanidad de los personajes. Es decir, mostrar un conflicto humano de una familia anglosajona en un medio hostil. Los actores principales por cierto son británicos más proclives a comprender la necesidad de crear emociones, componer personajes creíbles que provoquen empatía en el público y consigan emocionar.
Porque la baza principal de Lo imposible es llegar al corazón de los espectadores y lo consiguen sin renunciar a la espectacularidad. La grandeza de la película radica que en medio de aquel desbarajuste, del desastre natural que arrasa a su paso segando miles de vidas provoca lo más noble de la raza humana como es la solidaridad y el compañerismo. Gentes que no se hablaban, que ni siquiera se miraban, entre las cuales no había ninguna comunicación confraternizan y se ayudan mutuamente a pesar de las diferencias de raza, religión o idioma.
Por eso la película de Bayona es esplendida, demostrando una vez más que aún se ruedan buenas películas y que España ya no es la productora por excelencia de cine casposo como lo ha sido en anteriores décadas.
Salvador Sáinz
