EL CAPITAL (2012)


EL CAPITAL. Título original: Le capital. Año: 2012. País: Francia. Dirección: Constantin Costa-Gavras. Interpretación: Gad Elmaleh (Marc Tourneuil), Gabriel Byrne (Dittmar Rigule), Natacha Régnier (Diane Tourneuil), Céline Sallette (Maud Baron), Liya Kebede (Nassim), Hyppolite Girardot (Raphäel Sieg), Daniel Mesguich (Jack Marmande), Bernard Le Coq (Antoine de Suze), Olga Grumberg (Claude Marmande). Guion: Costa-Gavras, Jean-Claude Grumberg y Karim Boukercha; basado en la novela “Le capital”, de Stéphane Osmont. Producción: Michèle Ray-Gavras. Música: Armand Amar. Fotografía: Eric Gautier. Montaje: Yannick Kergoat y Yorgos Lamprinos. Dirección artística: Sébastian Birchler. Vestuario: Eve-Marie Arnault. Productora: The Bureau / Centre National de la Cinématographie (CNC) / Cofinova 8 / K.G. Productions. Distribuidora: Emon. Estreno en Francia: 14 Noviembre 2012. Estreno en España: 30 Noviembre 2012. Duración: 114 min. Género: Drama.

Es sabido que en los últimos años nuestros políticos están haciendo oposiciones para acabar como sus antecesores franceses de finales del siglo XVIII en la guillotina. De un plumazo están eliminando todos los avances que durante siglo y medio han costado sangre, sudor y lágrimas conseguir. Claro está que su nivel de sensibilidad es nulo. Lo malo es que los ciudadanos vivimos anestesiados por el banal consumismo y no despertamos a pesar de la situación desesperada en que vivimos.
No todos somos tan irresponsables, siempre ha habido gente que no se sufrir esta horrible crisis que padecemos que en otras épocas dieron pie a revoluciones sangrientas como la francesa, la mexicana, la rusa o la española. Constantin Costa-Gavras es uno de ellos, un cineasta ejemplar en todos los sentidos próximo a cumplir los ochenta años de vida sigue con su combate desde las pantallas cinematográficas denunciando las contradicciones de nuestro presente.
Konstantinos Gavras, llamado Costa-Gavras, es un director de cine franco-griego, nacido en Lutra-Iraias, Atenas, Grecia, el 13 de febrero de 1933. Su carrera ha tenido lugar en Francia e incluso en los Estados Unidos, aunque no se adaptó al cine de Hollywood. Debutó con Los raíles de la muerte (1965) con Simone Signoret e Yves Montand, dos de sus grandes amigos y camaradas, desgraciadamente desaparecidos; Z (1969) con Yves Montand y Jean-Louis Trintignant; La confesión (1970) con Yves Montand y Simone Signoret; Desaparecido (1982) con Jack Lemmon y Sissy Spacek, ente otros títulos,  jalonan una filmografía muy poco acomodaticia con las corrientes de su época y sobre todo las adocenadas actuales.
Los acontecimientos políticos de los últimos años no podían serle indiferentes. Sin embargo en vez de centrarse en nuestros políticos que han desmontado salvajemente el estado del bienestar, a los que considera meros títeres de este ciclón reaccionario que padecemos, su discurso se centra en los titereros. Lógicamente nuestros políticos que nos estafan con unos programas políticos que resultan ser papel mojado en realidad son unos mandados y quienes nos imponen esta política ultra capitalista son seres completamente desconocidos que actúan en la sombra como el protagonista de esta historia, Marc Tourneuil (Gad Elmaleh), un ser carente de escrúpulos obsesionado con el poder a cualquier precio aunque para ello deba hundir a miles de personas sin pestañea, arrebatándoles su medio de ganarse la vida “robar a los pobres para dárselo a los ricos”. Una especie de Robin Hood pero al revés. Un ser mezquino y ruin que nada en un mar de tiburones tan voraces como él. Un ser carente de sentimiento que se gasta una fortuna en una insípida furcia que le torea, que enciende sus pasiones y después le deja con las ganas tras sacarle el dinero que puede. Costa-Gravras muestra aquí un modelo de mujer completamente negativo, las modelos que los caciques de la moda imponen como prototipo de mujer ideal y que sólo gustan a sus acólitos.
El combativo director utiliza la ironía con suma astucia, este personaje inspira su estrategia en la Revolución Cultural de Mao Zedong, aparente ultracomunista que utilizó las bases del partido (los guardias rojos) para deshacerse de todos sus rivales. Así vemos como ese monstruoso personaje hunde a quien le estorba, escala violando la ley utilizando información privilegiada y provocando crisis económicas para enriquecerse con total impunidad.
Costa-Gravras nos muestra una clase de gente carente de piedad, que no siente remordimientos, gente sin escrúpulos que perdurarán en el poder hasta que otros tiburones les devoren o una revolución jacobina de marsellesa y guillotina les corte la cabeza a no ser que su astucia les permita manipularla en su beneficio como han hecho en otras ocasiones.

Salvador Sáinz