DESFILE DE PASCUA (1948)

Una vez concluida la filmación de El pirata, con el consabido descalabro económico aunque no artístico, se pone en marcha con el mismo equipo esta producción con canciones de Irving Berlin. Pero las desavenencias maritales de Judy Garland con su esposo de entonces, Vincente Minnelli, provocó que éste quedara desligado del proyecto. Para más desgracia, sendas torceduras del tobillo de Cyd Charise y Gene Kelly fue la causa de su sustitución por Ann Miller y Fred Astaire.
Evidentemente dada la baja de Kelly, una figura imprescindible en los musicales Metro, no podía ser sustituido por un cualquiera porque la película perdería categoría artística. Entonces se barajó la opción de contratar a Fred Astaire que se había jubilado dos años antes. Una opción arriesgada por la gran diferencia de edad ente el gran bailarín y Judy, hasta hace poco una niña prodigio del cine, ya que parecía más bien su padre que su novio. Pero Hollywood ya nos tenía acostumbrado a esta clase de parejas en numerosas películas con sus viejas estrellas. Si las actrices se quemaban enseguida por la edad, los hombres permanecían más incombustibles.
Arthur Freed llamó a un segunda fila para dirigir la película, Charles Walters jamás brilló a la altura de los grandes como George Sidney ni mucho menos de los gigantes Vincente Minnelli y Stanley Donen. Sin embargo, al ser una película de productora en la que el director es un técnico más su oficio le facilitó salir airoso del trance.
Si el guión es poco imaginativo, los números musicales eran extraordinarios. Fred Astaire reverdecía viejos laureles “resucitando artísticamente” de nuevo obteniendo como recompensa una segunda vida cinematográfica.
Son geniales los números A Couple Of Swells, con su toque irónico, ya que se trata de dos vagabundos que presumen de su elegancia; Easter Parade, que da título a la película, y el sensacional Steppin' Out With My Baby con Astaire bailando a cámara lenta y el acompañamiento a velocidad normal. Además tenemos a la extraordinaria Ann Miller, espléndida bailarina que tuvo gran relieve en Un día en Nueva York poco después.
Este film es un auténtico regalo para la vista, un reencuentro con el público de Fred Astaire, y la ternura de los ojos de Judy Garland, una de las actrices más vulnerables de Hollywood a causa de una vida demasiado complicada.

Salvador Sáinz