UN MÉDICO EN LA MARINA ( 1955)


UN MÉDICO EN LA MARINA. Título original: Doctor at Sea. Año: 1955. País: Reino Unido. Directo: Ralph Thomas. Reparto: Dirk Bogarde, Brigitte Bardot, James Robertson Justice, Brenda De Banzie, Maurice Denham, Michael Medwin, Hubert Gregg, James Kenney, Raymond Huntley, Noel Purcell, Jill Adams, Joan Sims, Michael Shepley, Joan Hickson. Guión: Nicholas Phipps, Jack Davies. Música: Bruce Montgomery. Fotografía: Ernest Steward. Group Film Productions Limited. Distribuye en DVD: 39 Escalones Films. Duración: 93 minutos. Comedia, humor inglés, serie.

Estamos ante un film de serie, la serie inglesa “El Doctor” que en los años cincuenta proliferaban en nuestras pantallas protagonizadas por Dirk Bogarde como el Dr. Simon Sparrow: Un médico en la familia (1954), Un médico en la marina (1955), Un médico fenómeno (1957), We Joined the Navy (1962), Los problemas del doctor (1963).
En algunas películas aparecía el actor James Robertson Justice como Sir Lancelot Spratt: Un médico en la familia (1954), Un médico fenómeno (1957), Doctor in Love (1960), Los problemas del doctor (1963), El doctor, la enfermera y el loro (1966), Doctor in Trouble (1970). En algunas de éstas ya no aparece Dirk Bogarde que las consideraba cine de consumo por las que no sentía ningún interés, en 1963 protagonizó El sirviente a las órdenes de Joseph Losey  por la que obtuvo un gran reconocimiento y dio un vuelco a su carrera decantándose por participar en el llamado cine de autor. Recordemos Muerte en Venecia o La caída de los dioses a las órdenes de Luchino Visconti, en las que Bogarde consiguió trabajos de altísima calidad.
Un médico en la marina (1955) es pues un título de esa etapa que el gran acto desdeñó posteriormente, tal vez injustamente, porque gracias a ella consiguió fama y dinero catapultándole al cine que le interesaba obteniendo así el prestigio que anhelaba y que se merecía con toda justicia.
James Robertson Justice era un secundario muy eficaz en cualquier empresa que interviniera. Por cierto, en este filme reaparece pero no con el personaje que le era habitual en la serie.
Como complemento tenemos nada más y nada menos que a la actriz francesa Brigitte Bardot.
El triunfo de la actriz francesa vendría un año después con Y Dios creó la mujer (1956) de su mentor Roger Vadim, un director mediocre pero avispado que supo ver el potencial erótico de la actriz que se convirtió en todo un mito aunque desgraciadamente la mayoría de sus películas no estaba a la altura de su leyenda.
Brigitte aquí está en la etapa en que trabajaba como actriz secundaria, siempre cumplía con su papel, y en ella se vislumbra lo que iba a convertirse en el futuro. Aún no había perfeccionado su personaje de falsa ingenua. Una actriz con cara de niña, de colegiala, pero con una sensualidad abrasadora.
Este trío de actores se encontraron en Un médico en la marina (1955), un filme “de consumo” dirigido eficazmente por Ralph Thomas, un todoterreno del cine inglés capaz de rodar películas de serie como adaptaciones literarias de Charles Dickens como Historia de dos ciudades (1958) o thrillers como 39 escalones (1959), remake de una conocida película de Alfred Hitchcock de 1936.
Thomas no era ningún genio, era lo que podríamos denominar un excelente artesano porque sus películas son desde un punto de vista industrial correctas. Se supone que era un profesional de gran oficio, capaz de rodar a una velocidad supersónica el material que dispusiera y conseguir al menos no aburrir gracias a un estilo dinámico, diáfano y pulcro.
La trama gira alrededor del protagonista de la serie, al menos en sus primeras entregas, que huye de una situación embarazosa acabando por alistarse en la marina mercante.
La comedia es muy típica del cine inglés como esos tripulantes que al disfruta de un permiso en un puerto se pasean con su paraguas y su bombín como si estuvieran en el centro de Londres.
El humor inglés es muy sui generis, repleto de frases de doble sentido que a veces se pierden en las traducciones españolas. Un humor repleto de paradojas, de sutilezas e ironía.   Un médico en la marina (1955) es agradable de ver, al menos no molesta, no ofende. Todo es correcto y discreto. Un cine de consumo honesto, carente de pretensiones y ameno que caía bien.

Salvador Sáinz