EL IMPERIO DE LOS SENTIDOS (1976)


EL IMPERIO DE LOS SENTIDOS. Título original: Ai no corrida (L'Empire des Sens). Año: 1976. País: Japón. Director: Nagisa Oshima. Reparto: Eiko Matsuda (Sada Abe), Tatsuya Fuji (Kichizo Ishida), Aoi Nakajima (Toku), Yasuko Matsui (Tagawa Inn manager), Meika Seri (Matsuko), Kanae Kobayashi (Old geisha Kikuryu), Taiji Tonoyama (Old beggar), Kyoji Kokonoe (Teacher Omiya), Naomi Shiraishi (Geisha Yaeji), Komikichi Hori (Mitsuwa Geisha). Guión: Nagisa Oshima. Música: Minoru Miki. Fotografía: Hideo Ito. Coproducción Japón-Francia; Oshima Productions / Shibata Organisation (Tokio) / Argos Films (París). Duración: 100 minutos. Romance. Drama. Erótico


Clásico entre los clásicos del cine erótico, aunque los planos son reales y no simulados. Oshima realiza un discurso alrededor de la destrucción a través del sexo, una pareja de los años treinta del Japón tradicional.
No habían padecido ni la segunda guerra mundial ni el proceso de occidentalización que les ha privado de su personal forma de vida. La pareja se entrega al placer, a la cópula por la cópula sin cesar… No vamos a contar más del argumento.
Una película que por cierto no ha envejecido y que conserva todo su vigor. El título original hablada de “Corrida”, es decir de un símil de las corridas de toros en los países latinos, porque el director compara las relaciones sexuales de los protagonistas con una lucha de poder. La dominación a través del sexo.
No es en absoluto una película pornográfica en la que el actor masculino aparece con su miembro viril en permanente erección, de hecho el protagonista de El imperio de los sentidos aparece siempre con sus atributos en “reposo”, por decirlo de alguna manera.
Aparecen penetraciones reales pero por motivaciones argumentales y no como simple exhibición. Una película de imágenes duras que en la actualidad no se podría rodar por impedimentos legales y que nos devuelven una época de nuestras vidas en las que se buscaba la libertad aunque en muchos casos fuera ficticio o un espejismo de lo que buscábamos en realidad.

Salvador Sáinz