LA VIUDA ALEGRE (1934)


LA VIUDA ALEGRE. Título original:The Merry Widow. Año: 1934. País: Estados Unidos. Director: Ernst Lubitsch. Reparto: Maurice Chevalier (Danilo), Jeanette MacDonald (Sonia), Edward Everett Horton (Embajador), Una Merkel (Reina), George Barbier (Rey), Minna Gombell (Marcelle), Ruth Channing (Lulu), Sterling Holloway (Ordenanza), Donald Meek (Criado), Herman Bing (Zizipoff). Guión: Ernest Vajda, Samson Raphaelson. Música: Franz Lehar. Fotografía: Oliver T. Marsh (B&W).Metro-Goldwyn-Mayer. Duración: 99 minutos.Musical. Romance. Comedia. Comedia romántica

La viuda alegre (título original en alemán, Die Lustige Witwe) es una opereta en tres actos con música del compositor austro-húngaro Franz Lehár y libreto en alemán de Victor Léon y Leo Stein basados en la comedia L'attaché d'ambassade (1861) de Henri Meilhac, relativa a una rica viuda, y el intento de sus paisanos de mantener su dinero en el principado encontrándole un buen marido. Fue estrenada en Viena el 30 de diciembre de 1905 y desde entonces es considerada una de las obras más importantes del género.
Franz Lehár (30 de abril de 1870 – 24 de octubre de 1948, Bad Ischl, Austria) fue un compositor austrohúngaro, principalmente conocido por sus operetas. Aunque Lehár era húngaro, compuso la mayoría de sus obras en Austria.
En 1925 se rodó la primera versión de la celebrada opereta dirigido por Erich von Stroheim con Mae Murray y John Gilbert, en el papel de la viuda y el conde Danilo respectivamente.
Al inventarse el cine sonoro se rodó la versión que nos ocupa y en 14952 la technicoloreada dirigida por Curtis Bernhardt con Lana Turner y Fernado Lamas que no tuvo ni de lejos la repercusión de las anteriores. De hecho es una pieza que es llevada a los escenarios numerosísimas veces ya que es un clásico del teatro austriaco. Una obra archipopular que en su país de origen pertenece a esa clase de obras que los ciudadanos han visto representar tantas veces que hasta llegan a aprendérsela de memoria.  

Ernst Lubitsch, director alemán contratado por la Paramount, al devenir el cine sonoro inició la producción de unas operetas filmadas en la que destacaron el famoso chansonier Maurice Chevalier y la soprano Jeannette MacDonald, debutando ésta precisamente con El desfile del amor (1929),obteniendo un importante éxito comercial accediendo de inmediato al estrellato. El éxito motivó el rodaje de nuevas películas, como Una hora contigo (1932) y  Une heure près de toi (versión francesa de la anterior), así como de Ámame esta noche (1932) bajo la dirección de Rouben Mamoulian.
La estrella fue contratada por la Metro Goldwyn Mayer para iniciar el rodaje de nuevas operetas filmadas, una de las cuales reunió por última vez los talentos de Maurice Chevalier y el director Lubitsch, rodándose además una réplica francesa con los mismos protagonistas: La viuda alegre (1934) y La veuve joyeuse respectivamente. Su triunfo fue clamoroso pese a que no tuvieran más continuidad, separándose sus caminos para el resto de sus respectivas carreras.
La película disfruta de un elevado presupuesto, se nota que iban a echar la casa por la ventana, y la jugada les salió positiva porque machacaron las taquillas de la época y ese producto, mucho mejor elaborado que los anteriores, se convirtió en el más celebrado de la serie.
Lubitsch sabe sacar partido de la opereta de Lehar, un seductor impenitente que se dedica a retozar entre ingenuas pueblerinas que se tragan sus camelos o los brazos mercenarios de las señoritas de Maxim, un hombre que se cree irresistible hasta que una mujer más seria le pone en su sitio, en el de un auténtico fantasma.
Frente al saber hacer de Maurice Chevalier, a veces agradable a veces cargante, tenemos al impagable secundario Edward Everett Horton, uno de los mejores del cine estadounidense.
Jeannette MacDonald estaba a punto de darle un giro a su carrera, en esta producción Metro con el estilo de sus anteriores incursiones en la Paramount. Una Jeannette más pícara que la que se conoció después en sus dúos con Nelson Eddy, mucho más vivaraz e ingeniosa.
El argumento le da la vuelta al misógino El desfile del amor mostrando un punto de vista más feminista. Un hombre que tiene éxito con las mujeres pero que en realidad no sabe lo que es el amor. No las valora, en cierto modo hasta las desprecia. Para él no son más que conquistas, un deporte para halagar su ego. Ella se valora a si misma y corrige su actitud recurriendo a la farsa, a la comedia y dejándolo en ridículo.
Muy bellas las canciones, alegres y divertidas en su mayoría. Románticas otras. Hermosas todas. Excelente partitura de Franz Lehar y punto final de un modo de entender el espectáculo que a partir de entonces seguiría otras directrices.

Salvador Sainz