DOCE MONOS (1995)


DOCE MONOS. Título original: Twelve Monkeys (12 Monkeys). Año: 1995. País: Estados Unidos. Director: Terry Gilliam. Reparto: Bruce Willis (James Cole), Madeleine Stowe (Kathryn Railly), Brad Pitt (Jeffrey Goines), Christopher Plummer en el rol del doctor Goines), Jon Seda (Jose), Christopher Meloni (Lt. Halperin), David Morse (doctor Peters), Frank Gorshin (doctor Fletcher), Vernon Campbell (Tiny), Lisa Gay Hamilton (Teddy), Bob Adrian (geólogo), Simon Jones (zoólogo), Carol Florence (la astrofísica Jones), Bill Raymond (microbiólogo), Thomas Roy (predicador callejero). Guión: David Peoples, Janet Peoples (Historia: Chris Marker). Música: Paul Buckmaster. Fotografía: Roger Pratt. Universal Pictures. Duración: 130 minutos. Ciencia ficción. Fantástico. Intriga, Futuro postapocalíptico. Pandemias. Viajes en el tiempo. Película de culto

En la línea de las distopías apocalípticas que nos ha dado grandes obras literarias y cinematográficas, Doce monos, más que recrear el futuro, que vemos en algunas secuencias, trata de realizar un viaje al presente para indagar las causas del apocalipsis, un terrible desastre que está ante nuestros propios ojos y nos negamos a ver.
El guión y la resolución final es mucho más sólido en Doce monos que en otros títulos similares, como Brazil, por ejemplo, aunque está levemente inspirada en Le Jetée, un filme francés de Chris Marker compuesto por imágenes fijas.
Toda la trama trata de investigación acerca de un pasado que es nuestro presente, del que se tiene una información falsa. El ejército de los doce monos es un enigma a resolver.
El futuro de Gilliam no tiene los espectaculares avances tecnológicos del cine de ciencia ficción, ni siquiera muestra un mundo destrozado como el de Mad Max o Hasta que el Destino nos alcance. Es un mundo gris y triste en el que la humanidad debe vivir en las entrañas de la tierra y no pueden ver la luz del sol a causa de un virus maligno.
Bruce Willis en uno de sus mejores trabajos, al igual que Brad Pitt en el papel de un joven chiflado cuya trama no voy a desvelar. Madeleine Stowe está como nunca en el rol de la psiquiatra que ayuda al viajero del tiempo.
Las distopías siempre muestran un futuro negativo peo que es consecuencia de nuestro presente, del daño que hacemos al planeta y a la humanidad con insensatos procedimientos, la guerra bacteriológica, el consumismo desproporcionado, la alienación de los medios de comunicación que llevan a nuestra sociedad ante un callejón sin salida.
Gilliam siempre se ha distinguido por su enorme imaginación visual. A veces los guiones no están a la altura de la puesta en escena, pero en este caso se ha acertado plenamente.
Esos grandes angulares, tan caros a su filmografía, son ya su maca de fábrica. Un mundo donde todo es grandilocuente pero vacío. El ex Monty Python no utiliza el humor corrosivo de sus años en dicha formación humorística, pero si la corrosión en su estado más puro.
Esa organización en la sombra que condiciona la vida de los demás sin que nadie sepa de su existencia. Esas fuerzas ocultas no en su sentido metafísico o demoniaco, sino en un sentido real. El poder, el verdadero poder, se ejerce en la sombra y su fuerza radica en que se les ignora. Nadie cree en ellos, desvaríos del pobre viajero por el tiempo al que se trata de loco.
A Gilliam se le reprochan sus excesos, pero en esta ocasión están justificados. La paradoja espacio temporal es como el pez que se muerde la cola.
Doce monos es como mínimo su mejor película a menos a gusto del autor de estas líneas, y uno de los más sólidos pilares del cine de ciencia ficción moderno.

Salvador Sáinz