EL COMPROMISO (1969)

EL COMPROMISO. Título original: The Arrangement. Año: 1969. País: Estados Unidos. Director: Elia Kazan. Reparto: Kirk Douglas (Eddie Anderson), Faye Dunaway (Gwen), Deborah Kerr (Florence), Richard Boone (Sam), Hume Cronyn (Arthur), Harold Gould (Dr. Leibman), Carol Rossen (Gloria), John Randolph Jones (Charles), Dianne Hull (Ellen Anderson), Charles Drake (Finnegan). Guión: Elia Kazan (Novela: Elia Kazan). Música: David Amram. Fotografía: Robert Surtees. Warner Bros. Pictures. Duración: 127 minutos. Drama.

Elia Kazan (Kayseri, 7 de septiembre de 1909 – Nueva York, 28 de septiembre de 2003) fue un director de cine y escritor estadounidense de origen griego. Su nombre griego es Elias Kazanjoglou. Su familia emigró primero a Berlin, Alemania, y posteriormente a los Estados Unidos llevando una vida extremadamente dura, El joven Kazan Interesado por el teatro, en 1930 Kazan ingresó en la Universidad de Yale, donde cursó Arte Dramático durante dos años, costeándose los estudios con su trabajo como portero de noche de un edificio.

En 1944 dirigió su primer largometraje, A Tree Grows in Brooklyn (Lazos humanos). Le siguieron Boomerang (El justiciero, 1947) y The Sea of Grass (Mar de hierba, 1947), que le valieron dos premios de la crítica. En su filmografía abundan títulos importantísimos como Esplendor en la hierba, Viva Zapata, La ley del silencio, Pánico en las calles, Un tranvía llamado Deseo, Al este del Edén.

A pesar de su prestigio como director y novelista, Elia Kazan tuvo muy mala prensa desde que en 1953 delató ante el Comité de Actividades Antiamericanas a sus antiguos compañeros del Partido Comunista en el que militó de joven. Si hay un pecado que difícilmente se perdona fue el de traición. Kazan por los motivos que fueran (temor a perder su status, admiración por la forma de vida americano, agradecimiento a un país en el que llegó como un mendigo y le permitió ascender hasta convertirle en un hombre acaudalado) denunció a compañeros que habían creído en él y con los que compartió militancia y lucha.

Por eso su imagen siempre se ve dividida en dos partes, la imagen pública que es completamente negativa y la profesional que es digna de admiración.

Aquí nos toca valorar estrictamente la profesional, es decir sus películas y no juzgarle personalmente. He realizado el anterior apunte exclusivamente para aclarar el porqué del rechazo que recibió el realizador a partir de los años cincuenta, de su delación antes relatada.


Kazan publicó en 1962 su novela autobiográfica América, América, llevada al cine en 1963, y en 1969 estrenó El compromiso también basada en una novela propia y donde en algunas escenas vemos imágenes de la anterior. Si América, América trata del drama de un joven griego que decide emigrar a los Estados Unidos, lo que conseguirá tras vivir diversas peripecias, en El compromiso vemos un personaje similar ya instalado en el modo de vida estadounidense. Un triunfador en su profesión que al llegar a la madurez sufre una crisis, traiciona a su esposa ya madura (espléndida Deborah Kerr) con una buscavidas mucho más joven (sensacional Faye Dunaway), Kirk Douglas en su mejor momento representa pues ese ciudadano griego que reniega de su nombre y apellido, el cual sustituye por otros ingleses, y traiciona a su esposa con tra mujer. De nuevo el tema de la traición que tanto le persiguió en vida al realizador.

La nueva pareja vive un romance apasionado, como la censura de aquel tiempo era más permisiva Douglas y Dunaway se desmelenan con total placer. Douglas, actor de amplio registro, pecaba de una cierta megalomanía y su compañera de reparto adquiría esos aires de diva que tanto le perjudicaron.
El compromiso en cierto modo es un descenso a los infiernos, en este caso a un infierno interior, la locura, y en cierto modo contradice su filme anterior. La imagen de un triunfador que goza de una buena profesión y una buena esposa se derrumba porque parece tenerlo todo y en realidad carece de paz consigo mismo, trata de autoengañarse con una mujer más joven que termina por desdeñarle. En realidad no sabe valorar lo que tiene y su cerebro está confuso.

Un Kazan más existencial, aunque lejos del Kazan de su mejor época (Esplendor bajo la hierba, Baby Doll), es como si en un interior sufriera por un pasado que le carcome, la traición a sus orígenes, a sus antiguos compañeros. Los fantasmas que nublan su mente y sus recuerdos. De joven mendigo ha pasado a ser un gigante de la nada. El triunfo ha sido sólo una ilusión vana y superficial.

Un Kazan más amargo de lo habitual pero sin el carisma de otros tiempos.

Salvador Sáinz