LA CARRERA DEL SIGLO (1965)

LA CARRERA DEL SIGLO. Título original: The Great Race. Año: 1965. País: Estados Unidos. Director: Blake Edwards. Reparto: Jack Lemmon (Profesor Fate / Príncipe Friedrich Hapnick), Tony Curtis (Leslie Gallant III ("El Gran Leslie")), Natalie Wood (Maggie DuBois), Peter Falk (Maximillian "Max" Meen), Keenan Wynn (Hezekiah Sturdy), Arthur O'Connell (Henry Goodbody), Vivian Vance (Hester Goodbody), Dorothy Provine (Lily Olay), Larry Storch (Texas Jack), Ross Martin (Baron Rolfe von Stuppe), Hal Smith (Alcalde de Boracho), Denver Pyle (Sheriff de Boracho), Marvin Kaplan (Frisbee), George Macready (General Kuhster), Joyce Nizzari (Mujer en Oeste), Ken Wales (Guarda del Barón), William Bryant (Guarda del Barón). Guión: Arthur A. Ross (Historia: Blake Edwards). Música: Henry Mancini. Fotografía: Russell Harlan. Warner Bros. Duración: 150 minutos. Comedia. Aventuras. Road Movie. Coches. Automovilismo.

Muchas veces me preguntan quién es el mejor crítico de cine y yo suelo responder que en realidad son dos: uno es uno mismo y el otro es el tiempo.
Uno mismo porque nadie debe supeditar sus gustos y pensamientos a lo que dicen los demás. Los profesionales del medio se dejan llevar por la vanidad y la arrogancia distorsionando sus opiniones por motivaciones extraprofesionales.
El tiempo porque deja en evidencia modas y mitos. Muchas películas son atacadas o ensalzadas en base de modas pasajeras, una vez desaparecidas estas queda la película en sí. Es entonces cuando se descubre su verdadero valor.
La carrera del siglo es un buen ejemplo de lo que digo. Cuando se estrenó fue machacada por la crítica por motivos extraños y en la actualidad está considerado como lo que es, una obra maestra del cine de humor. Una comedia imaginativa, fresca y desbordante con interpretaciones geniales de Jack Lemmon, Natalie Wood y Peter Falk. Tony Curtis hace su papel y cumple con honor. Es un ejemplo de comedia elegante, sofisticada que ha vencido al paso del tiempo y en la actualidad se ve fresca como una rosa.
En esta alegre cinta, alargada por costumbre de la época de crear estas llamadas superproducciones de costosa producción, nos encontramos al mejor Edwards, al mejor Lemmon y a la mejor Natalie Wood. Larga porque incluye una película dentro de otra película, una especie de remake del famoso Prisionero de Zenda que ya ha conocido diversas versiones cinematográficas.
Basada en una novela de Anthony Hope, la primera versión data de 1922. En 1937 se estrenó la versión sonora con Ronald Colman y Madeleine Carroll, y en 1952 la de color con Stewart Granger y Deborah Kerr, la más conocida de todas. A título de curiosidad, hay un remake paródico con Peter Sellers que fue un sonado fracaso: El estrafalario prisionero de Zenda (1979).
Aparte nos encontramos con excelentes momentos como la monumental batalla de tartas, las tretas del malvado Fate (excelente Lemmon) y su ayudante Max (genial Peter Falk) para desbaratar los triunfos del galán Leslie (Tony Curtis). Toques como los inicios del feminismo, el sufragismo, papel que representa la maravillosa Natalie Wood, uno de mis amores de adolescencia.
Nos encontramos con una forma de hacer comedia o de hacer cine que ya se ha perdido, la sofistificación, el encanto, la elegancia. Planos muy cuidados, sobrios y precisos. Situaciones rodadas con muy buen gusto. Imágenes atractivas y brillantes. Lo mejor de Edwads en sus mejores tiempos, su etapa dorada. El resurgir de un cine, el slapstick, que se creía perdido y un film que uno ama y que le acompaña durante toda la vida. Es decir, una auténtica obra maestra.

Salvador Sáinz