Cuando puse en mi reproductor el DVD de Carrie me preguntaba si su revisión modificaría la excelente impresión que me produjo en su día.
Corría el año 1976 o 1977 cuando descubrí este película en una sala de cine. España acababa de salir de la pesadilla franquista y me sentía identificado en cierto modo con la protagonista. Carrie había sido educada en un ambiente extremadamente religioso, algo muy habitual en aquel tiempo, y un defecto físico podía condicionar toda una vida.
El rechazo al que es diferente, un tema recurrente en el cine fantástico, es dolorosa para quien la padece. En mi caso por disfasia, lo que siempre me ha provocado fascinación y simpatía por los seres llamados “marginales” como es esta pobre joven de un pueblo de garrulos gringos. Porque aunque la gente parece ignorarlo, en los gloriosos Estados Unidos de América también hay catetos como en nuestra España. Gente ignorante y, al mismo tiempo, pretenciosa que se cree superior por su “normalidad”, marginando al que no es como ellos. Como bien decía Beatriz Carvajal, en un programa de Uno, dos, Tres.., en el personaje de La Loli, una chica tartamuda:"si hay un defecto peor que la tartamudez, es el de la crueldad de aquellos que convierten la vida de un discapacitado en un infierno". Es decir la crueldad de aquellos que se consideran "normales". .


Carrie Título Original Carrie. Director Brian de Palma. Reparto Sissy Spacek, Piper Laurie, Nancy Allen, John Travolta, Doug Cox, Amy Irving, William Katt, Betty Buckley, P. J. Soles, Priscilla Pointer Guión Laurence D. Cohen, según la novela de Stephen King. País USA
Fecha de Estreno 1976

Stephen King y Brian De Palma ejecutan su discurso con maestría. En Carrie ¿quién es el monstruo? ¿la chica poco agraciada o los compañeros que se mofan de ella llegándola a martirizar y humillar públicamente de una forma inhumana? La respuesta es clara.
Pero en un film fantástico es tópico narrarnos el tema de la venganza del ser marginal, en este caso una chica que tiene telekinesis, la facultad de mover objetos con la mente. Para algunos es un hecho real, pero para la mayoría es un camelo.
El cine fantástico clásico está generalmente basado en el tema de la soledad, un ser distinto y la hostilidad de su entorno. El vampiro, el hombre lobo, el monstruo de Frankenstein son seres condenados a vivir solos, rechazados por sus peculiaridades. Por eso esos  personajes resultan entrañables. El Bela Lugosi del Drácula de Browning, casi toda la obra de dicho director, y las criaturas de Frankenstein de James Whale son ejemplos evidentes.
Las películas suelen narrar la confrontación de esos seres con su entorno. En el caso de Carrie, un ambiente cotidiano reconocible. Un instituto estadounidense que se parece a los que conocemos en la actualidad. Bueno, las aulas españolas de aquella época aún lo peor que se podía imaginar, un auténtico nido de trogloditas incivilizados.
El trauma de la religión extremada está presente en la madre, Piper Laurie (en su juventud especializada en papeles ñoños) lo representa a la perfección. En las primeras secuencias, en un vestuario de chicas que nos sorprendieron por su desnudez, algo que el cine actual trata de evitar, la chica protagonista siente su primera menstruación con horror por ignorar qué le está sucediendo. Un trauma que era habitual en otros tiempos.

 

La demonización del sexo, factor común de las tres grandes religiones monoteístas (judía, cristiana, musulmana) que llevaba a que inmensas personas ignoraran el funcionamiento de su propio cuerpo por considerarlo una ofensa al Sumo Creador, un ejemplo diáfano de irracionalidad institucional, que vistas actualmente puede producir estupor pero si se tiene en cuenta la perspectiva de la época debe admitirse que era lo “normal” vivir dichas situaciones.
Una sociedad basada en la ignorancia, en los prejuicios, en la arrogancia del que se cree superior por su raza, orientación sexual o carecer de los llamados defectos físicos, pero en realidad estrecha de mente y absurda en su conjunto.
Brian De Palma ofrece además algunos efectos hoy  en desuso. Partir la imagen, mostrar los actores con una gran profundidad de campo (en un primer plano las expresiones de un personaje y al fondo  del encuadre las reacciones de otro). Los desnudos del principio, en aquel tiempo eran considerados transgresores por desafiar a la moral dominante.
Su director, entonces en sus principios, llevaba una trayectoria de cineasta marginal, conocidos entonces como “underground”, que actualmente podríamos definir como “alternativos”. Como los jóvenes de la época no tenían acceso a las salas comerciales, llegaron a crear una red de salas paralelas ajenas a la industria del cine que en aquel tiempo se hicieron populares en Nueva York y grandes ciudades.
Ese espíritu combativo de quienes deseaban rodar películas era ejemplar y se echa de menos en los tiempos actuales donde lo tendrían todo más fácil gracias al cine digital que es mucho más económico.
A pesar de sus pretensiones “rompedoras”, Carrie se ha convertido en todo un clásico. Un clásico del cine de terror, en su día tildado de excesivamente truculento, pero en la actualidad resulta un ejemplo de moderación. La prueba del tiempo es imprescindible para conocer el valor de una película, si sus valores fueron un espejismo o una realidad. En este caso son lo segundo.

Salvador Sáinz