JOHNNY GUITAR (1954)

Nicholas Ray (n. Galesville, Wisconsin, Estados Unidos; 7 de agosto de 1911 - f. Nueva York; 16 de junio de 1979), cuyo nombre real era Raymond Nicholas Kienzle.


Johnny Guitar. Título original: Johnny Guitar. Año: 1954. Duración: 110 min. País: Estados Unidos. Director: Nicholas Ray. Reparto: Joan Crawford, Sterling Hayden, Scott Brady, Mercedes McCambridge, Ward Bond, Ernest Borgnine, John Carradine, Royal Dano, Ben Cooper. Guión: Philip Yordan (Novela: Roy Chanslor). Música: Victor Young. Fotografía: Harry Stradling. Productora: Republic Pictures. Género: Western. Romance

Hay películas  que alcanzan la categoría de míticas como es el caso presente. Johnny Guitar es un western atípico, una historia de amor entre dos personas que ya han dejado atrás la juventud, utilizando como decorado un salón perdido en medio de un decorado agreste. Joan Crawford en aquella época, ya en su madurez, había dejado atrás su imagen de sex Symbol que exhibió en el cine mudo y primeros talkies en los que intervino. El tiempo le otorgó unas facciones duras que fueron utilizados para otorgarle papeles de fuerte carácter como esta Vienna de comportamiento hombruno, rostro amargado y toscos modales.
Una historia de amor entre este personaje y un pistolero de pasado oscuro que se hace pasar por guitarrista y llevar una nueva vida que olvide en vano la anterior.
Todo en medio  de un personaje típicamente western con montañas rocosas, aunque con mucho decorado de estudio de artificiosidad evidente.  
Entre los personajes secundarios nos encontramos a Ward Bond, John Carradine y el siempre entrañable Ernest Borgnine, actores que con su sola presencia elevan la calidad de las películas en las que intervinieron.
Además nos encontramos con un western matriarcal cuyos antagonistas pertenecen al sexo femenino. La mujer resentida repleta de odio interpretada por Mercedes McCambridge es el contrapunto perfecto a la frialdad de Vienna. La balada de Johnny Guitar, gracias a la voz de Peggy Lee, muy habitual en la época, es todo un clásico de la música cinematográfica y un éxito de ventas en su día.
Un western que sobresale además por la inteligencia de sus diálogos, por su infinita elegancia, gracias a Philip Yordan que posteriormente trabajó para Samuel Bronston.
Un bello espectáculo con una técnica algo obsoleta, pero que a pesar de todo conserva su encanto. Un encanto imperecedero y un film de culto para cinéfilos.

Salvador Sáinz