"Siete años de mala suerte"

Uno de sus mayores éxitos

Charlie Chaplin y Max Linder

Siete años de mala suerte

 

MAX LINDER TORERO

 

 

 

El elegante Max Linder

 

Max Linder fue el rival y el contrapunto de André Deed, barriendo literalmente con la tradición del payaso circense de cara enharinada, saltimbanqui y grotesco predominante en el primitivo cine burlesco.
Sus filmografías son algo contradictorias, como es habitual las películas de aquellos años, muchas de las cuales carecían de títulos de crédito, ni estaban registradas siquiera. Entre 1905 y 1915 se calcula que llegó a interpretar 150 películas cortas, muchas de ellas dirigidas por el propio Linder, llegando incluso a probar la aventura americana cuando las películas estadounidenses arrasaban literalmente las taquillas mundiales.
Desde la invención del mundo del espectáculo, posiblemente debemos retroceder hasta la obra teatral de Aristófanes, siempre se ha creado la figura de un cómico basado en la exageración y los defectos físicos pero muy rara vez (no estoy tan versado en historia de la literatura para realizar un juicio exacto de valor) se ha mostrado una comicidad apoyada en todo lo contrario, la elegancia, el refinamiento, con un personaje que vistiera traje de etiqueta o chaqueta mañanera, acompañada de un bastón.
Max Linder creó pues la figura del dandy, el hombre elegante y seductor, muy amado por las mujeres. Su debut en el cine fue harto curioso. Estaba trabajando en el teatro cuando recibió un sobre dirigido simplemente a Max Linder. Al abrirlo se encontró con una nota, escrita en un papel de bloc usado en los hoteles, que decía así:

"Señor, le he observado. En sus ojos presiento que se esconde la fortuna. Actúe ante mis cámaras y le ayudaré a amasarla"
Charles Pathé

Su primer film en la Pathé fue "La fuga de un colegial" (La Première Sortie d'un collégien, 1905), dirigida por Louis Gassnier. Max cobraba treinta francos diarios, trabajando de día en el cine y en el teatro por la noche. A partir de entonces su carrera resulta imparable.
De muy baja estatura, Max Linder (de verdadero nombre Gabriel Maxilimilien Leuvielle), llevaba unas alzas que le hacían parecer más alto. Su caminar erguido, gallardo, su agilidad, su inagotable ingenio enseguida le hicieron acreedor al título de maestro de la comedia.
El joven Charlie Chaplin, entonces un bisoño comediante del music-hall inglés, jamás se perdía ninguno de sus cortos considerándole su auténtico maestro en la comicidad. "Chaplin ha tenido la bondad de decirme -dijo años después el propio Linder- que fueron mis películas las que le lanzaron a los caminos del cine, y me llamó su maestro. Sin embargo, a mí me honra tomar lecciones de él".
La carrera de Linder es larga, fructífera, aunque la mayoría de sus cortos hayan desaparecido, fue el tesón, la constancia y la férrea lucha diaria de su hija Maud Linder, a la que tuve el honor de conocer personalmente en la Mostra de Cinéma de Catalunya en Sitges (abril 1985), quien consiguió devolvernos imágenes que creímos perdidas para siempre.
Entonces descubrimos que el cine actual ha evolucionado más en lo externo que en lo interno. Muchos gags de films actuales ya aparecían en aquellos antiguos cortos de Linder, el más célebre fue el del espejo roto. Para disimular, el criado que lo rompió se hace pasar por la imagen reflejada de su patrón imitando todos sus gestos.
"Max aprende a patinar" (Les Débuts d'un patineur, 1907) de Louis Gassnier fue otro gran éxito del joven cómico. En su rodaje Max se rasgó los pantalones, aplastó un sombrero nuevo y perdió un par de gemelillos de oro. "Días de revolución" (En bombe, 1909) de Louis Gassnier; "Max transformista" (Max escamoteur/Le Succés de la prestidigitation, 1912) de Max Linder y René Leprince; los rodajes fueron imparables.
"En el teatro -decía Max Linder- mi única esperanza hubiese sido ser conocido en Francia. Pero después, aquellas absurdas películas se perseguían por todo el mundo, aportando centenares de cartas de lugares de los que jamás había oído hablar y que probablemente no conocería nunca".
Los films de Linder duraban alrededor de diez minutos, muchas veces fueron teñidos y coloreadas a mano. La fotografía estaba muy cuidada y con el paso del tiempo han ido adquiriendo una aureola romántica, de ensueño, oníricas.
Al estallar la guerra de 1914, Max Linder, al igual que André Deed, se alistó en el ejército y fue al frente para defender a su patria pero sufrió los efectos de un gas tóxico por lo cual el Alto mando decidió licenciarle prematuramente. Sin embargo el gran cómico, dada su elegancia y gran clase, aprovechó su talento sirviendo en tareas diplomáticas en Italia convenciendo a este país que entrara también en la contienda. Incluso rodó un film propagandístico, "Max y la conflagración" (Aout 1914, 1915) de Max Linder.
Al regreso, los efectos del gas dejaron un cierto poso en su salud razón por la cual tuvo que trasladarse a Suiza para reemprender su carrera cinematográfica con nuevos títulos, "Max y la mano que aprieta" (Max victime de la main que étreint, 1915), fue su primer éxito en su exilio ocasional.
Decidido a hacer las Américas, ya que el burlesco americano ya comenzaba a despuntar, tomó un barco y desembarcó en Nueva York iniciando su carrera americana tal vez la más celebrada, aunque no tuvo el éxito esperado. "Max en América" (Max Comes Across, 1917), "Max se divorcia" (Max Wants a Divorce, 1917) y "Max en su taxi" (Max in a Taxi, 1917). Tras seis meses, regresó a su país natal para seguir rodando un par de películas pero su fama ya había entrado en su declive, el burlesco americano ya se había impuesto definitivamente.
Volvió a rodar dos cintas más en América, precisamente lo más celebrado de su filmografía, como son "Siete años de mala suerte" (Seven Years Bad Luck, 1921) y, sobretodo, "Los tres mosqueteros" (The Three Must-Get-There, 1921), célebre parodia de los personajes creados por Gatien de Courtilz de Sandras en la novela "Las memorias del Sr. D'Artagnan" (1700), aunque sean más celebrados por la versión escrita por Auguste Maquet y Alejandro Dumas en 1844.
Max Linder es un peculiar D'Artagnan que lucha en pos del honor de la reina mostrada de forma casquivana y alegre. La parodia está repleta de anacronismos, como la aparición de un teléfono años veinte. El Señor de Treville, capitán de mosqueteros, es un pigmeo. La película es un auténtico festival de gags, imaginación, ritmo, alegría, ingenio.
Pero el gas que había inhalado durante la guerra le había afectado profundamente. De nuevo en Francia quiso rodar un film dramático, "El castillo de los fantasmas" (Au Secours!, 1923), dirigido por el prestigioso Abel Gance, pero el público se enojó considerablemente al ver a su estrella favorita en un papel serio y le rechazó sin apelación posible en su nuevo cometido.
Linder sin duda se sintió frustrado, pero aún rodó un nuevo y postrero título en Viena, "Domador por amor" (Le roi du cirque/Der Zirkuskînig, 1924) codirigida por el propio Linder y Edouard Violet. A su regreso de Austria, Max Linder tuvo un final trágico. Su hija Maud Linder en un film retrospectivo concluye que "nunca sabremos el porqué", sin embargo John Montgomery sugiere que fueron los trastornos causados en la mente por el gas inhalado en la guerra los que determinaron su fatal decisión.
En 1925, en un hotel de París, acabó todo. El desengañado Max cortó primero las venas de su esposa Hélène Peters y después las suyas propias, finalmente el silencio y el injusto olvido.
Ya hemos hablado anteriormente de su fiel hija Maud, quien se ha pasado toda su vida intentado reivindicar con gran tenacidad la memoria de su padre. Gracias a su paciente y laboriosa labor, nosotros hemos podido redescubrir auténticas maravillas cinematográficas y el genio indiscutible de un actor, Max Linder, hacia quién tenemos una enorme deuda de gratitud por ser el creador del cine cómico moderno.

Salvador Sáinz

Chaplin y Linder