EL MARAVILLOSO MUNDO DE RAY HARRYHAUSEN (3)

Llegamos a 1958, Harryhausen ha trabajado en films de SF, ahora se interesa por el llamado cine maravilloso, cine de mitologías o mezcla de ellas. Schneer produce la fantasía oriental “The 7th Voyage of Simbad” (“Simbad y la Princesa”). El film lo dirige Nathan Juran, honesto artesano que con “Simbad y la Princesa” logra la película de su vida (mismo caso que Henry Levin con “Viaje al centro de la Tierra”, 1959). Basado en el famoso personaje de las “1000 y una noches”, el imaginativo y bien dosificado guión de Kenneth Kolb, según una idea de Harryhausen, las entrañables figuras de nuestro hombre en su primer trabajo en color (Dynamation en pura esencia) hacen del film de Juran una auténtica obra maestra. Parte de la película se rodó en puntos de la geografía española: Alhambra de Granada, Madrid y Costa Brava (se reconoce la playa de La Conca, cerca de S’Agaro, a unos 4 km de donde vivía un servidor en su infancia). También se crea un esquema fijo en esta aportación que servirá para los dos siguientes Simbad de Harryhausen- Schneer, además de “Jason y los Argonautas” o “Furia de Titanes”: viaje a un lugar remoto para cumplir un objetivo, un brujo dominante de las artes negras (en el último Simbad será una bruja) que realizará toda clase de encantamientos en contra de nuestros protagonistas, criaturas imposibles y maravillosas, emocionantes aventuras y triunfo final del bien sobre el mal.
En esta ocasión Harryhausen usó planos filmados en pantalla azul (blue screen) lo cual le permitía situar actores de carne y hueso delante de sus creaciones cosa imposible con los primeros matte shots en Dynamation. Se rodaba primero el fondo real, luego el actor con una pantalla azul y finalmente el muñeco sobre un soporte similar al suelo real y después de pasar por el laboratorio se veía al actor corriendo delante de la criatura.


Aquí Harryhausen anima a una mujer- serpiente que danza (en realidad una  impertinente y gruñona camarera convertida en reptil momentáneamente por el brujo en una exhibición); la princesa disminuida en tamaño; la búsqueda del pájaro Roc bicéfalo (se parte de la mitología pero la bicefalia es totalmente nacida de la imaginación harryhausiana) cuya cáscara de huevo es el ingrediente para devolver el tamaño natural a la princesa Parisa, la novia de Simbad; los gigantescos cíclopes con cuerno y patas de cabra (en realidad aparecen tres, sensiblemente diferentes si nos fijamos); el dragón de iconografía convencional, para impedir que entren los cíclopes en la gruta que sirve de acceso al castillo del brujo y, como guinda del pastel, la famosa, cronometrada y musicalizada lucha de Simbad contra un esqueleto que el brujo da vida (los cruces de espadas sostenidas musicalmente por los xilófonos del gran Bernard Hermann son apasionantes). Contribuye al éxito la fotografía en technicolor de Wilkie Cooper: mares azul turquesa- verde esmeralda, colores terrosos de rocas y tierras, cuevas oscuras,  poco y tenebrosamente iluminadas, pavorosos abismos, el colorido rojo como símbolo de violencia y peligro venideros….dan un encanto naïf jamás visto. Como datos anecdóticos digamos que el realizador español Eugenio Martín actuó como ayudante de dirección, colaborando también conocidos técnicos nacionales como Gil Parrondo, Fernando González y el maquetista Emilio Ruíz y que apareció una colección de cromos deliciosamente diseñados sobre la película. Con todas estas cualidades, “Simbad y la princesa” se hace merecedor de un escrito particular.

El siguiente título se filmó en los mismos emplazamientos del film anterior: “The 3 Worlds of Gulliver” (“Los viajes de Gulliver”, 1960). La chata realización de Jack Sher esquiva las aristas de trasfondo presente en el relato de Jonathan Swift, ilustrando unas divertidas aventuras ya sea en el país de los enanos (Liliput) o en el de los gigantes (Brobdingnag) gracias al trabajo de Harryhausen que en esta ocasión no anima seres imaginarios, solo una ardilla y un cocodrilo, gigantescos en proporción a Samuel Gulliver (interpretado por Kerwin Mathews, el Simbad del film anterior, actor que entendía muy bien las ideas de Harryhausen y se adaptaba perfectamente frente a sus creaciones). Gil Parrondo repitió su dirección artística y Francisco Prosper el hacedor de maquetas y componentes de atrezzo gigantes (a recordar la secuencia del  gigantesco tablero de ajedrez por donde deambula Gulliver).

Mismas localizaciones para el siguiente rodaje: “Mysterious Island” (“La Isla Misteriosa”, 1961), de Cy Enfield, basado en la conocida obra homónima de Julio Verne. La ambientación de la isla está muy bien conseguida en decorados y pinturas sobre cristal --- matthe paintings --- nítidos y formidables y las criaturas de Harryhausen, una vez más, constituyen lo mejor del film: el Phororhacos, ave prehistórica que recuerda un gigantesco gallo, el cangrejo, las abejas y el cefalópodo gigantes (no presentes en la obra literaria) debido a los experimentos del capitán Nemo (destacable la interpretación de Herbert Lom como Nemo, que en nada desmerece a la  clásica de James Mason, superviviente del apocalíptico final de “20.000 leguas de viaje submarino”, que con el  sumergible de su invención Nautilus, averiado, ha ido a parar a esta isla desierta y experimenta el gigantismo con animales para erradicar el hambre del mundo).
El cangrejo (ataca a los protagonistas, pero estos logran arrojarlo a un géiser para después servirles de alimento) se compró en un mercado, fue vaciado y le encajaron un esqueleto articulado construido por el padre de Harryhausen  (era ingeniero y, al igual que su esposa, siempre ayudaron en todos los sentidos a su hijo en su vocación artística), mientras Francisco Prosper elaboraba unas pinzas gigantes; las abejas eran de tela, una se posa en una roca en miniatura para crear el efecto realista y el cefalópodo llamado Nautilus (como la nave de Nemo) --- cuerpo y tentáculos semejantes a los del pulpo en una cáscara de caracol (impresionante la lucha de los buceadores con el gigantesco molusco en las sumergidas ruinas de la Atlántida).
La Isla Misteriosa es un agradable ejercicio de fantasía, para adultos y pequeños (siempre que he podido he proyectado la película en diversos cine-fórum y en colegios donde el film servía de apoyo para trabajos y estudios sobre Julio Verne).

El siguiente film es su primera mirada a la mitología greco- romana, “Jason and the Argonauts” (Jason y los Argonautas, 1963), sencillamente una película magistral. La realización de un Don Chaffey inspirado se compenetra maravillosamente con la labor de Harryhausen. Los invitados a esta fiesta son: la Hydra (dragón de  7 cabezas), las dos arpías -cada una de distinto color- que martirizan a un pobre ciego impidiéndole comer (cosa que finalmente logrará al reducir Jason a los engendros) --- si Harryhausen resolvió con holgura las escenas marítimas (“Surgió del fondo del Mar”, “La Isla Misteriosa”) también lo hace con las aéreas (los futuros pterodontes de “Hace un millón de años” o “El Valle de Gwangi”), aquí con las arpías volantes --- la gigantesca estatua metálica de Talos que cobra vida (inspirada en la de “El coloso de Rodas”) y la lucha de Jason y sus amigos contra siete esqueletos vivientes -mismo truco de Simbad y la Princesa pero multiplicando las dificultades por siete- cuya secuencia está rodada con 13 o 14 imágenes por día, por tanto el trabajo duró casi cinco meses. En esta escena los actores tenían los movimientos coreografiados con perfecto ajuste con los esqueletos animados. Resultado: una de las mejores y más admiradas escenas de animación de nuestro hombre. La película fue filmada en las costas italianas



First Menn in the Moon” (“La gran sorpresa”, 1964) es el retorno de Schneer- Harryhausen a la SF (Ciencia- Ficción), adaptando una novela de H. G. Wells, “El primer hombre en la luna” y rodada íntegramente en Gran Bretaña. La dirección recayó de nuevo en Nathan Juran, aquí algo abúlico (lejos de su correcta realización de “A 200 Millones de Millas de la Tierra” y a mucha distancia de su maravillosa “Simbad y la princesa”) y cansino, parcialmente compensado por la ambientación (algunos pasajes y subterráneos lunares) y animación (Harryhausen da vida a los selenitas de aspecto de insecto).